miércoles, 11 de febrero de 2015

La organización de la iglesia en el Perú

La iglesia católica en el Perú fue y es una institución profundamente jerarquizada y vertical. Encabezada por el Papa, residente en Roma, era gobernada por la jerarquía eclesiástica, compuesta por los arzobispos y obispos, y a través de un clero de dos clases: Clero regular y Clero secular. El primero estaba constituido por los sacerdotes de las órdenes religiosas que hacían vida de comunidad en los conventos y los segundos por lo que no hacían vida de comunidad en los conventos y no pertenecían a una orden religiosa. 


El territorio fue dividido en jurisdicciones o provincias eclesiásticas, estableciendo en ellas arzobispados, obispados y curatos. 

Arzobispados: Eran las máximas autoridades de las provincias eclesiásticas. El primer arzobispo fue el de Lima, habiendo sido fray Jerónimo de Loayza, sacerdote dominico y el segundo arzobispo fue Santo Toribio de Mogrovejo, considerado el organizador de la iglesia peruana; ambos realizaron obras de bien social. Posteriormente fue elevado a la categoría de arzobispado la diócesis de Chacras (actual Bolivia).

Obispados: Los obispados, que constituían propiamente las provincias eclesiásticas, fueron los siguientes: el del Cusco, Arequipa, Trujillo y Huamanga; además de otros ubicados fuera del actual Perú, pero que por aquellos tiempos pertenecieron, inicialmente, al arzobispado de Lima y, así mismo, al virreinato del Perú.

Curato o parroquias: Estaban a cargo de los sacerdotes o curas (los que curan las almas), y constituían propiamente los distritos eclesiásticos, desempeñados mayormente, por sacerdotes criollos y mestizos, se hallaban radicados en los pueblos donde se encargaban de difundir las enseñanzas católicas y la administración de los sacramentos (bautismo, eucaristía, confirmación, penitencia, matrimonio, etc.) Se les llamaba curas o párrocos y a las iglesias que ellos regían "iglesias parroquiales" o parroquias. En muchas de éstas se impartían conocimientos, es decir, se dedicaban a la enseñanza elemental. 

La iglesia disfrutó de rentas para su sostenimiento y de singulares prerrogativas o privilegios. Entre las rentas figuraban:


  • Los diezmos, impuesto que consistía en la entrega que los particulares tenían que hacer, de la décima parte de los frutos de la tierra y de los ganados. 
  • Las donaciones en dinero o en propiedades y los legados testamentarios (en favor de la iglesia y de obras de caridad). 
  • Los derechos parroquiales (bautizos, matrimonios, misas, limosnas, etc.) 


Entre sus prerrogativas, la iglesia se hallaba exonerada de todo gravamen o contribución que pesaba sobre los particulares, es decir, que no pagaban impuesto alguno al Estado. 

La iglesia y el Patronato Regio

La alianza entre la Iglesia y Estado quedó constituida por el llamado "patronato regio" otorgado por el Papa, por el cual los reyes de España tenían el derecho de nombrar a las autoridades eclesiásticas (arzobispos, obispos, curas, etc.), previa aprobación del sumo pontífice; así como determinar el territorio de cada obispado y dar la autorización previa para la circulación de las Bulas pontificias (ordenanzas y/o decretos papales para ser cumplidos por las autoridades religiosas).A cambio de ello, la corona española debía asumir el sostenimiento económico de la iglesia, procurándole rentas suficientes. 



A pesar de que cada poder, el eclesiástico y el político virreinal, entendía lo necesario que era la ayuda del otro, pues estaban al servicio de una misma causa (velar por la difusión de la religión católica y por los intereses de la corona española), no dejaron de surgir luchas ni rivalidades entre ambos. Hubo muchas causas, entre ellas destacan:


  • Los virreyes controlaban las conductas de las autoridades eclesiásticas.
  • La iglesia se creía con derecho de vigilar al virrey y a las autoridades políticas, desde un plano moral, por tratarse de personas católicas subordinadas al Papa. 
  • Por intermedio del tribunal de la santa inquisición, la iglesia vigilaba las actividades de la población, teniendo gran poder sobre ella.

Las órdenes religiosas

Fueron organizaciones de la iglesia católica que, bajo la advocación de un santo, tuvieron como tarea el adoctrinamiento de los indígenas dispersos por todo el territorio. Todas ellas fundaron conventos y monasterios, edificando hermosas iglesias en Lima y otras ciudades del Perú. Las órdenes religiosas que llegaron fueron las siguientes:

Los Dominicos: Fue la primera en llegar al Perú con Fray Vicente Valverde en 1532, que fue considerado el primer Obispo del Perú. Su primer convento lo construyó sobre el templo Inca  del Coricancha (Cusco); fundó en Lima la Universidad de San Marcos (1551) e implementó inicialmente el tribunal de la santa inquisición. Destacó por su defensa a los pobladores andinos, siguiendo la lucha del fraile dominico Bartolomé de las Casas, y por su gran valor de adoctrinamiento de las poblaciones indígenas. Los dominicos fueron los primeros en estudiar la lengua quechua. 


Los Franciscanos: Llegaron al Perú en 1533, dedicándose especialmente a las misiones, es decir a la difusión del catolicismo al interior del país. Llegó a instalar conventos en Arequipa, Huamanga, Trujillo, Chachapoyas, etc. Construyeron el convento de Ocopa, en Huancayo. Fue una de las órdenes que más trabajó con misiones las inhóspitas regiones de la Amazonía. 


Los Mercedarios: Se establecieron en el Perú en 1533 y su centro de operación fue la ciudad de Lima. Explotó bienes inmuebles incursionando en las haciendas y otros tipos de negocio como repartimientos y encomiendas. Logró controlar a la santa inquisición desde mediados del siglo XVIII.


Los Agustinos: Vinieron en 1551 instalándose en Lima y en varias partes del Perú, esencialmente en los Andes, extendiéndose inclusive hacia el Alto Perú. Tomaron a su cargo el célebre santuario de Copacabana, a orillas del lago Titicaca, al partir del cual predicaron con gran eficacia la doctrina católica a las poblaciones indígenas del sur andino. 


Los jesuitas: Arribaron al Perú en 1568, como una organización moderna y poderosa, al servicio de la contrarreforma, es decir a la lucha contra los protestantes europeos. Con este antecedente, tuvo gran empuje en su labor misional en el Perú, asumiendo con gran éxito la administración de haciendas y fundando multitud de colegios, también incursionaron en el estudio del quechua y del aymara. Con los años, esta orden adquirió gran prestigio  e influencia en los ámbitos políticos, culturales y económicos. 
Los jesuitas fueron expulsados de España y sus colonias por orden del monarca Carlos III (1768), preocupado por el poder que tenía y las posiciones sobre las libertades políticas que dejan entrever. Esto constituyó un duro golpe para la cultura y la economía del virreinato. 




domingo, 8 de febrero de 2015

La Iglesia Católica en el Virreinato del Perú

España era una nación muy católica; desde un comienzo se ordenó que cada viaje de colonización llevase por los menos dos religiosos. los soberanos españoles se vieron envueltos en guerras religiosas por toda Europa para defender no solo sus intereses económicos, sino también a su religión, de quien se sintieron abanderados (Carlos V y Felipe II) que se enfrentaron a los protestantes de la Reforma religiosa. Esta fijación religiosa se trajo al Perú. 
Por eso desde inicios de la conquista, juntamente con los soldados españoles, vinieron también los sacerdotes. Mientras los primeros tuvieron como objetivo principal el sometimiento de los territorios en América y hacerse de fama y fortuna; para los segundos, su finalidad fundamental la constituía el adoctrinamiento de la masa indígena, su evangelización y conversión a la Iglesia Católica. 
Predominaría así, una marcada coordinación o alianza entre la Iglesia y el Estado, entre las autoridades eclesiásticas y las autoridades políticas virreinales. El papel de la Iglesia consecuente con la justificación moral de la colonización, se centraría en el adoctrinamiento o evangelización de las poblaciones nativas. Dicho papel se dejaría notar muy visiblemente en la educación, en el desarrollo artístico y en la difusión de la cultura. 


La población colonial fue predominantemente religiosa y alcanzó su mayor intensidad en el siglo XVII cuando el clero aumentó en número, poder político e influencia espiritual y social. Prueba de ello es que en esa época, Lima, con una población de 26 mil habitantes ya contaba con 19 iglesias y monasterios y que el 10% de esa población estaba constituido por sacerdotes, canónigos, frailes y monjas, que penetraron en la vida del pueblo, en cuyas familias era una actitud tradicional destinar a uno de los hijos para el sacerdocio y observar las prácticas del rezo y del rosario a la hora del Ángelus y las asistencias a las actividades de culto. Las procesiones del Señor de los Temblores y del Señor de los Milagros, cuyos cultos surgieron en el Cusco y Lima, respectivamente, son demostraciones de la fe y religiosidad del pueblo colonial. 



Una de las tareas principales de la Iglesia Católica fue el cumplimiento de la evangelización, por tal motivo para cristianizar a los indígenas se elaboraron libros guía con el fin de ayudar a los eclesiásticos en esta labor. los textos más utilizados fueron los catecismos. Algunos se escribieron en quechua y aymara para que los naturales pudiesen entenderlos. Fue tan fuerte la evangelización de los nativos, que incluso llegaron a zonas lejanas como la Amazonía con la intención de formar misiones. 

El catolicismo se difundió a todos los sectores de la sociedad colonial, pero la respuesta de los sectores populares fue distinta a la que la iglesia católica esperaba; muchas veces las creencias tradicionales de cada cultura se sobreponían a las enseñanzas católicas. 

 

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