lunes, 26 de mayo de 2014

La encomienda

Fue una institución de vasallaje que cumplía funciones de dominio económico, social e ideológico sobre los naturales de América. En la práctica la encomienda consistía en el privilegio concedido por el rey de España a un determinado español de hacer trabajar a un número de indígenas en su provecho y cobrándoles un tributo. Esta prerrogativa se desprendía del concepto jurídico por el cual los indígenas fueron declarados vasallos libres del rey de España y como tales estaban obligados a pagarles un tributo. El rey cedía este tributo a los encomenderos en recompensa por los esfuerzos y gastos realizados en la conquista y colonización de los nuevos territorios incorporados a la corona española. Los encomenderos debían velar por el adoctrinamiento y el buen trato a los indígenas, pero no fue así. 
Antes de la invasión del antiguo Perú, la institución de la encomienda venía funcionando en los territorios de América dominados por los españoles. Se estableció primero en las Antillas, después en México, Guatemala y Tierra firme. En el Perú la encomienda lo introdujo Francisco Pizarro; pues en las capitulaciones como la de Toledo, la reina doña Juana le otorgó facultades para encomendar indígenas. Los sucesores de Pizarro que gobernaron el Perú concedieron grandes encomiendas a sus favoritos, a los conquistadores y a quienes tuvieron participación importante en las rebeliones y guerras civiles en las filas del rey. De esta manera se formó una clase de poderosos y acaudalados personajes, algunos de los cuales mantenían soldados y dependientes como los antiguos señores feudales europeos y pretendían perpetuar este privilegio en sus descendientes; esta situación ponía en peligro la supremacía de la corona española. En 1536 se dictó una real cédula que fijaba el término de las encomiendas en dos vidas (dos generaciones). En 1542 el emperador Carlos V expidió las nuevas leyes que suspendían el servicio personal de los indígenas y prohibían encomendarlos en adelante, cualquiera que fuese el título bajo el que se lo hiciere Estas disposiciones tuvieron graves repercusiones en el Perú, produjeron la violenta reacción de los encomenderos y de cuantos pretendían lograr estos títulos, y se levantaron en armas liderados por Gonzalo Pizarro, quien hizo ejecutar a Blasco Núñez de Vela, el primer virrey que vino con el firme propósito de hacer cumplir las nuevas leyes. En adelante se repitieron estas disposiciones en las ordenanzas de 1573 y en la recopilación de las leyes de Indias en 1680; aunque en la práctica resultaron ser poco menos que letra muerta y los gobernantes tomaron al respecto una actitud más bien aleatoria. Sin embargo, la política general de la corona fue la de ir reduciendo las encomiendas poco a poco, limitando cada vez más los repartimientos de indígenas, declarándolas vacantes a la muerte de sus titulares e incorporándolas de una u otra manera al Estado hasta lograr su extinción. 


Según la teoría del derecho indiano, los indígenas como personas libres debían trabajar voluntariamente por salario, pero en la realidad el servicio personal funcionó sin remuneración alguna. En este aspecto, la encomienda y la esclavitud era prácticamente lo mismo. En un primer período los servicios a los encomenderos estuvieron basados en los que los indígenas les debían tributo como vasallos y el servicio personal era considerado como parte de ese tributo. Tal es así que los encomenderos usaban a los indígenas para edificar sus casas, en el servicio doméstico, en el cultivo de las chacras, para transportar cargas en sus viajes, en las guerras, en las exploraciones o para destinarlos a trabajar forzadamente en las minas y lavaderos. A parte de todo esto los indígenas debían contribuir con el sínodo para el mantenimiento de los curas doctrineros y estaban obligados también a prestar servicios al corregidor y a sus propios curacas. Los encomenderos no solo obligaban a los indígenas a trabajos extraordinarios sino que tampoco en los dejaba en paz, ni a ellos ni a sus familiares. Las mujeres e hijas de los encomendados estaban sujetas a todos sus caprichos. Para evitar las malas consecuencias que producía estas conductas, en 1561, se dispuso, como se había hecho diez años antes, que los encomenderos se casasen dentro de los tres años inmediatos a la concesión de sus encomiendas.  

Hasta 1550, el cobro de tributos por los encomenderos se realizó sin orden ni sistema alguno;  los conquistadores usaron de todo cuanto podía satisfacer su voracidad. A mediados del siglo XVI había en el Perú 480 encomiendas; cuando el virrey Toledo entregó el gobierno a su sucesor en 1581, dejó registrados, 695 encomiendas con 325, 899 indígenas encomendados, cuyos tributos anuales importaban 1´506,290 pesos de oro; de las cuales 301, 258 correspondían al rey por derecho de quintos, quedando 1´205, 032 pesos de renta para los encomenderos. 

Las encomiendas dieron derechos al encomendero para exigir de los indígenas tributos y servicio personal y en los últimos tiempos solamente tributo, pero no confirieron propiedad sobre la tierra. 
Si los encomenderos hubiesen tenido derechos sobre las tierras de las comunidades a ellos encomendadas, el régimen colonial había cambiado sustancialmente de naturaleza, sobre todo el poder de la corona. La diferencia entre la encomienda y la posesión de la tierra se observa claramente en la naturaleza misma de su origen: los cabildos y las audiencias fueron las instituciones que tuvieron facultad para adjudicar tierras, en tanto que las encomiendas solo se concedieron con expresa autorización del rey. Pero, en la práctica, poco importó que los encomenderos no fuesen dueños de la tierra, puesto que existían otras formas de usufructuarla y en todo caso otros mecanismos para lograr su propiedad cuando fuese necesario. 

A principios del siglo XVIII la encomienda había perdido su función institucional; ya no tenía objeto como apoyo militar en la acción conquistadora, tampoco tenía sentido como base y estímulo de poblamiento y asentamiento territoriales. La misión evangelizadora con la que teóricamente se hubo establecido había sido escandalosamente desvirtuada por los encomenderos. En 1701 se ordenó la incorporación al erario de todas las encomiendas cuyos titulares no residiesen en América. Dos años más tarde se ordenó que la mitad de las rentas que producían pasasen a las cajas reales, exceptuándose a los herederos de los primeros conquistadores, a las encomiendas que se concedieron por compra y a los que no sobrepasaban de una renta anual de 200 pesos. En 1707 fueron incorporadas a la corona todas las encomiendas que contaban con menos de 25 indígenas tributarios, pagándose al titular el producto de la renta, como compensación. Finalmente el 23 de noviembre de 1718, una ordenanza real declaraba oficialmente fenecida esta nefasta institución colonial que causó tanto daño e infelicidad a la población aborigen. 

viernes, 23 de mayo de 2014

Tratado de Tordesillas

Los viajes y descubrimientos de Colón plantearon un serio conflicto entre Portugal y España. España pretendía que estuvieran bajo su dominio todas las islas, mares y tierras al occidente del Atlántico. Portugal a su vez reclamaba el cumplimiento del Tratado de 1481 (anterior a las expediciones de Colón). De acuerdo a ese tratado pertenecía a Portugal toda la zona al sur de los Azores. Aunque en esa época nadie en Europa conocía la existencia de América ni lo que había al occidente del Atlántico.



La línea de 1481 resultaba insostenible en 1492 desde el punto de vista de España ante la nueva situación mundial creada por el primer viaje de Colón. Los reyes católicos consiguieron que el Papa Alejandro VI, expidiera en 1493 unas bulas por las cuales España  recibía en concesión las islas recién descubiertas. El Papa compartía entonces las nociones geográficas de su tiempo e ignoraba (como tampoco sabía Colón) que había encontrado un nuevo mundo. Por eso las bulas se refieren a las islas. El Papa creía que eran de su propiedad las islas al occidente de Europa. De acuerdo a ese principio había otorgado Irlanda al rey de Inglaterra en el siglo XII y había también dado a Portugal jurisdicción sobre las islas de Madeira, Cabo Verde y Azores.

La línea del Papa no fue aceptada por los reyes portugueses porque temían que esa línea pasaba por el medio del Océano y dejaba al Portugal sin tocar islas y tierra firme.
Por todas estas razones se impuso una negociación directa entre las dos potencias ibéricas, negociación que concluyó con el Tratado de Tordesillas que permitió a Portugal ocupar legalmente (desde el punto de vista de la legalidad Europea) las costas brasileñas de Sudamérica. 
En vez de las 100 leguas de la línea papal, Tordesillas fijaba 370 leguas al Occidente de las islas de Cabo Verde como zona de influencia portuguesa. A partir de allí en adelante comenzaba la jurisdicción de España. 
Esta línea nunca fue bien recibida por ninguno de los dos países. Hubo dudas sobre el modo de contar las leguas. Fue así como Portugal siguió extendiendo sus dominios en el interior de la Amazonía que teóricamente estaba en la zona española. Mientras que España a su vez, ocupaba Filipinas durante el siglo XVI, dentro de la zona de influencia portuguesa. 

martes, 20 de mayo de 2014

Las Bulas de Alejandro VI

Los reyes católicos de España no se sintieron muy seguros de sus derechos sobre las nuevas tierras por el simple hecho de una expedición patrocinada por ellos. Siguiendo la costumbre medieval, acudieron al sumo pontífice, el Papa Alejandro VI, solicitándole una Bula de donación. Así lo había hecho Portugal con las islas del Atlántico y las tierras en el África. El Papa dio entonces una primera Bula el 3 de mayo de 1493 otorgando a España la concesión de las tierras descubiertas hacia el occidente en las mismas condiciones que lo había hecho con Portugal sobre las tierras en el África. Al día siguiente el 4 de mayo de 1493 expidió otra Bula de división de las tierras descubiertas entre España y Portugal. 


Según dicha Bula pertenecían a España todas las tierras que se descubrieran al Oeste del meridiano que pasa cien leguas al Oeste de la isla Azores o de Cabo Verde y que pertenecían a Portugal las que se descubrieran al Este de dicho meridiano. Esta división no fue del agrado de Portugal, iniciando reclamos frente a España, dando por resultado la firma al año siguiente en la ciudad española de Tordesillas (7 de Junio de 1494) un tratado por el cual se señaló como línea divisoria el meridiano que pasa 370 leguas al Oeste de las islas Azores o de Cabo Verde. El tratado de Tordesillas modificó la división de las tierras hecha por el Papa Alejandro VI. 

Divididas así las tierras del nuevo mundo entre España y Portugal, España concentró su acción invasora sobre los territorios de los dos grandes imperios de América (Azteca e Inca). 
Durante todo el siglo XVI fueron estas dos potencias las únicas que se posesionaron de las tierras americanas, esta invasión se inicia con los reinados de los reyes católicos y llegan a su apogeo con el rey Carlos I ó Carlos V. 

Obtenidas estas tierra, España pretendía convertirlas en emporios de riqueza, factorías o tierras de explotación comercial. En la Bula del Papa Alejandro VI dice: " Habiendo considerado diligentemente todas las cosas y principalmente la exaltación y propagación de la fe católica como corresponde a católicos reyes  y príncipes determinantes, según costumbre de vuestros progenitores, reyes de ilustre memoria, someter a nos las tierras e islas predichas, y sus habitantes y moradores y reducirlos, con el socorro de la divina clemencia a la fe católica." Y más adelante "os mandamos, en virtud de santa obediencia, que así como lo prometéis y no dudamos lo cumpliréis. Por vuestra gran devoción y regia magnanimidad, debáis destinar a las tierras e islas susodichas varones probos y temerosos de Dios, doctos, instruidos y experimentados para adoctrinar a los indígenas y moradores dichos a la fe católica e imponerlos en las buenas costumbres, poniendo toda la debida diligencia en los que habéis de enviar". 

La europeización del mundo

A fines de la Edad Media el espacio geográfico que los europeos conocían y dominaban se limitaba a la parte del continente euroasiático. Sabían de la existencia de Asia, tenían idea vagas sobre la ruta a la China e India a través del Mar Rojo y del Cercano Oriente y un conocimiento superficial de las costas Sur y Este del Mediterráneo. Hacia el Sur de África y Oeste de Europa las leyendas hablaban de la existencia de regiones ignaras pobladas por gigantes y monstruos. En el propio continente africano, las tórridas arenas del Sahara impedían la marcha hacia el Sur.


Esta situación cambia en el siglo XVI, Europa sobreponiéndose a la ignorancia y a la superstición,, sintiendo el amor a la naturaleza, característica del hombre del Renacimiento, descubrió la naturaleza continental del África, Asia fue abierta a la explotación comercial y un nuevo continente hasta entonces desconocido, América fue invadido y colonizado, incorporándolo a la cultura occidental.  
Portugal fue el país que inició la expansión europea. A principios del siglo XV había terminado con la expulsión de los moros de su suelo patrio y el rey Juan I decidió combatirlos en su propio territorio, Atravesó el estrecho de Gibraltar y ocupó en el África la plaza fuerte de Ceuta, de donde habían partido los moros en el año 711 para conquistar la península. Fue el comienzo de un asalto contra las posesiones del mundo mahometano que impedía a los comerciantes cristianos marchar directamente a los mercados del Oriente. De ahí los portugueses, en sucesivas expediciones, fueron marchando hacia el Sur despejando incógnitas.

El príncipe Enrique "el Navegante" continuó la obra de su padre. En poco tiempo las islas Madera fueron ocupadas y las Azores colonizadas; se realizaron expediciones hacia el Cabo Bojador; colonizaron las islas de Cabo Verde y en 1460 se llegaba a Guinea y al Niger. En 1486 Bartolomé Díaz dio la vuelta al Cabo de Nueva Esperanza y el 20 de mayo de 1498 Vasco Da Gama llegaba a Calicut (India). Poco después Francisco de Almeida y Alburqueque formaban el imperio colonial portugués. 

Si los portugueses habían dominado las tierras situadas al Sur y al Este, los españoles asumieron la dirección a las regiones situadas más allá del Atlántico, hacia el Oeste. En 1492 los reyes españoles Isabel de Castilla y Fernando de Aragón terminaban la reconquista de España del poder de los árabes con la ocupación del reino de Granada, decidiendo prestar todo su apoyo para que se realizara expediciones hacia el occidente en busca de tierras desconocidas y entrar en contacto con los señores de la India, para ello se quería llegar por el Oeste. El 14 de marzo de 1493 Colón estuvo de regreso en Palos después de su famoso viaje que fue un acontecimiento histórico, con la noticia de haber llegado a la India, lo que no supo es que llegó en a un continente desconocido para los europeos. 
Estos viajes de exploración forman el comienzo de lo que podríamos llamar la europeización del mundo. América, Asia y África se convertirían en la fuente de materias primas iniciándose una explotación inhumana que el mundo conoció. 

domingo, 18 de mayo de 2014

la esclavitud en el Imperio Inca

En el imperio Inca si existió la esclavitud, pero fue a partir del reinado de Huayna Cápac (Guayna Qhapaq), en quechua o runa simi a los esclavos se les decía pinas o pinacunas. Estos pinacunas por lo general eran prisioneros de guerra que no admitían la derrota, como es el caso de centenares de pastos, carangues, cayambes, quitos, cañares, chachas. Se les reubicaba en la Selva Alta o ceja de Selva para que se dediquen a la producción de coca de por vida. El número de esclavos en el imperio nunca fue superior en comparación con la población total.


Los esclavos en el incanato no estaban bajo el dominio de personas particulares ni instituciones sino al sapainca o Estado imperial. No se les forzaba a trabajar en las minas, canteras ni otras obras estatales, ya que esta labor le pertenecía a los mitayos proporcionados por los ayllus. Tampoco el Inca los regalaba a sus favoritos, ni a sus esposas, ni siquiera a sus guerreros que expandían las fronteras imperiales, no eran objeto de comercio, arrendamiento ni préstamo.  


La vida del pinacuna era muy triste en las plantaciones de coca de las Selva Alta, pese a recibir tierras de cultivo  debido a las aguas contaminadas, el clima caluroso y húmedo, enjambre de insectos y sobre todo la terrible e incurable uta que desgarraba sus rostros. La esclavitud en el imperio de los incas eran propiedad del Estado y del sapainca solamente. No hubo en el incanato tráfico de esclavos, pero si existieron familias y ayllus enteros sometidos a la esclavitud.
En el imperio de los incas solo se podía ser esclavo en dos formas:

  • Prisioneros por delito de rebelión contra el sapainca y el imperio.
  • Por nacimiento o sucesión familiar. 
Los esclavos (pinacunas) incas no eran utilizados en la guerra, no se les permitía portar armas,  ni viajar. Tampoco conformaban comunidades con tierras colectivas ni privadas, aunque vivían en chozas conformando aldeas. Tenían sus jefes supeditados a los gobernadores incaicos. Se casaban entre ellos mismos. Exhibían insignias peculiares de su clase para ser reconocidos como tales. 


Sólo el sapainca tenía derecho de la vida y muerte de los pinacunas; pese a ello éstos tenían el usufructo de las tierras estatales que ocupaban y podían ahorrar productos y trocarlos; practicaban la endogamia y no se sabe si el sapainca concediera la libertad a alguno de ellos.

lunes, 12 de mayo de 2014

La escritura en el antiguo Perú

La ausencia de escritura alfabética antes de la llegada de los españoles al antiguo Perú, los estudiosos basaron sus investigaciones a través de los testimonios arqueológicos; hay sin embargo muchas personas que sostienen que existió una "escritura" en el antiguo Perú. Muchas de estas afirmaciones por lo general son argumentos sin consistencia, que en muchos casos se dejan llevar por el nacionalismo, tal vez por pensar que el sinónimo de escritura significa una alto grado de desarrollo cultural.


Las investigaciones sobre si conocieron la escritura los antiguos peruanos, debemos empezar en buscar no el tipo de escritura bajo el concepto occidental, es decir "la escritura alfabética" más bien se debe entender como una forma superior de escritura propiamente andina, pero para no haber confusiones entre el público y los estudiosos acerca se que hubo o no escritura prehispánica, debemos ponernos de acuerdo sobre lo que debe llamarse escritura, más aún se considera teóricamente, que la escritura para llegar a ser tal  debió a travesar por una serie de formas precursoras. La primera sería la pictografía (de la raíz latina "pintar" y de la griega "trazar", escribir). En esta fase se visualiza lo que puede expresarse por medio de la palabra; pero esta forma dista mucha aún de la escritura en el sentido que le damos corrientemente.
Esta fase se inicia desde tiempo muy anteriores al advenimiento de las altas culturas. La pictografía se manifiesta por lo tanto, entre culturas recolectoras y agrícolas incipientes. Estas expresiones no tienen ningún vínculo con un idioma determinado. Las llamadas quillcas que se usaron en el antiguo Perú pertenecen a esta etapa. 
La siguiente fase es la llamada escritura ideográfica o simbólica, por ejemplo una figura que representa al Sol no significa el Sol, sino día o luz. Las figuras llegan a simplificarse, a medida que se repite su dibujo y llegan a evolucionar. A esta fase pertenecen las figuras de, Chavín, Mochica y Tiwanaku. El Quipu como sistema mnemotécnico o recordatorio, podría incluirse en esta fase de escritura, aunque no lo tipifica debido a su carácter de registro de números. 
La escritura propiamente dicha, es la fonética, que aparece en el viejo mundo hace 4,000 a.C. como es el caso de la escritura cuneiforme por ejemplo. La escritura más evolucionada de América (mesoamérica) es un tipo mezclado de procedimientos ideográficos y fonográficos.
Los fenicios son los que llegan a descubrir el sistema alfabético que consiste en representar en 20 a 30 signos simples, sonidos que combinados forman palabras. 
Dentro de la esfera parecida a la que se manifiesta en Mesoamérica, aunque menos evolucionada, son las figuras de Chavín, Nazca o Tiwanaku, esculpidas en piedras o dibujadas en barro. 
Se debe desechar la idea que los petroglifos (quilcas o quellcas). Estos petroglifos (pictografías e ideogramas) reciben desde hace pocos años este nombre, acarreando mucha confusión ya que dicha palabra quechua se le asigna el significado escritura. 
Hay referencias sobre las llamadas "quillcas imperiales" de los incas, que se leían con el auxilio de la memoria, que debieron representar un sistema mnemotécnico superior al de los garabatos de las hoy llamadas quillcas. Por su parte, también los quipus debieron funcionar con el auxilio de la memoria; el cronista Cieza menciona un caso asombroso de un cacique que le narró largo historiales basándose en quipus. Por otra parte, los quipus (Kipus) han sido calificados en sistemas para apuntar cantidades, aunque no de contabilidad en el sentido estricto de la palabra como se le suele calificar. 
Leland Locke, ha profundizado en la materia y en nuestro país, con nuevas sugerencias, Carlos Radicati di Primeglio. El sueco E. Von Nordenkiöld consideró que los quipus, representaban también acotaciones astronómicas y "logró leer" en los nudos días y meses. Los quipus que pudieron tener significado propiamente histórico, fueron hechos cenizas con la invasión de las tropas de Atawallpa (Atahualpa) al Cusco-poco antes de llegar Pizarro a la capital imperial del Tawantinsuyu-los que de paso también ejecutaron en masa a los familiares de Waskar (Huáscar).Si hubieran sobrevivido aquellos quipus de dicha invasión, se les habría quemado durante los afanes catequistas de los españoles. Los quipus siguen vigentes, aunque degenerados o simplificados.


Hay otros elementos en conexión al problema de la escritura en el antiguo Perú. En la crónica de Montesinos aparece una noticia legendaria, de que en remotos tiempos se conoció una escritura que después fue prohibida. 
Calancha, en su obra, ofrece el dibujo de un petroglifo, de Calango, que fue despedazado por los extirpadores de idolatrías. En el campo arqueológico cabe mencionar el acopio de dibujos de quillcas que realiza Javier Pulgar Vidal.
                                                    Piedra de Calango



La posibilidad de un sistema más evolucionado de escritura revisten las observaciones de Rafael Larco Hoyle, entorno a una escritura no fonética sobre pallares. Larco Hoyle se basa en los huacos mochica donde mensajeros portan talegas con estos objetos, etc. A su vez halló dibujos y representaciones de pallares en Paracas-Nazca. También hubo un avance en descifrar la presencia de gran diversidad de signos en tejidos incas, advertida por Luis E. Valcárcel. Los dibujos de Guamán Poma de Ayala pueden ofrecer algún derrotero al respecto, con los vestuarios repletos de letras sin orden en el siglo XVI, como elementos decorativos tomados del alfabeto que tal vez si representen traslaciones de equivalencias antiguas. 



Estos signos aparecen menos "degenerados" en los llamados tocapu o diseños representados en campos que aparecen en los keros y en el vestuario noble de los incas. Victoria de la Jara viene catalogando los tocapu (tocapo) y T. Barthel ha enunciado que ha sido posible descifrar algunos signos-tocapu. Al parecer estamos frente a diseños que expresarían conceptos tales como la esvástica de la ideología hitleriana o la cruz en el cristianismo. Se debe considerar que los tocapu no representan un sistema de escritura; se trataría más bien de una emblemática hierática. Barthel con el material reunido por Victoria de la Jara, insiste haber descifrado algunos de estos signos-tocapu y les da valor fonético; pero aún no ha expuesto el camino recorrido para llegar a esta afirmación y sobre todo no ha proporcionado aún los fundamentos que lo han llevado a concluir que determinado diseño-tocapu tiene la significación que él le señala. El carácter no fonético de los tocapu, son más bien símbolos o emblemas hieráticos repetidos y conjugados para expresar simbologías más complejas, pero que distan de ser textos escritos con signos fonéticos propiamente dichos que pudieran representar expresiones. 



El ábaco peruano o yupana, estudiado por H. Wassén, tiene que ver indirectamente con la escritura. Se refiere a un sistema empleado para calcular. 


Hasta la actualidad los estudiosos no han encontrado una escritura evolucionada prehispánica, que pueda servir de fuente de conocimiento de la historia del antiguo Perú, por lo que el momento solo reconstruimos la historia andina prehispánica con los monumentos arqueológicos y la información etnográfica que proporcionaron los cronistas. Sin pretender igualarlos a la escritura, los dibujos simbólicos de Chavín, Nazca o Tiwanaku encierran un rico mensaje sobre la cosmovisión religiosa prehispánica, que puede ser captado barajando aquellos dibujos, cargado de simbolismos con la mitología recogida por los cronistas de los siglos XVI y XVII.
Esperemos que los nuevos avances acerca de la escritura prehispánica o andina que muchos investigadores analizan con profundidad podamos sostener que en el mundo andino hubo una escritura propiamente dicha. 

jueves, 1 de mayo de 2014

La distribución de las cosechas de los Incas

De los productos de la chacra familiar separaban calculando muy bien los porcentajes que necesitaban para su alimentación hasta la próxima cosecha; también lo que precisaban para ofrendar a sus divinidades; para regalar, para semillas y para intercambiar con otros productos, ésta última siempre se llevaba a cabo aún en la situación de tener acceso a parcelas emplazadas en distintos pisos ecológicos. 



Los alimentos logrados en las chacras familiares, comunales y estatales eran debidamente almacenados, por consiguiente tenían trojes para todo. Los instalados en las propias casas o viviendas recibían el nombre de pirguas (pirhuas), especie de canastos o rungos hechas de totora y otras fibras vegetales que hacían los incas. Ahí guardaban sus productos secos o deshidratados, como maíz o chuño, las carnes secas (charki) las colgaban en una estaca o cuerdas. 



En otras viviendas, los productos los embodegaban en los soterrados y desvanes que recibían el nombre de marcas. Las pirguas y marcas cumplían sus funciones de almacenaje hasta la futura cosecha, incluso lo utilizaron como reserva en los años de sequía, heladas, plagas y otras calamidades. 
Para evitar el agorgojamiento o ataque de insectos en las superficies de las colcas (almacenes) y/o entre los productos entrojados, colocaban hojas y yerbas de olores intensamente repelentes que los ahuyentaban. Entre éstas las más utilizadas eran la coa, ishmuña (muña) y el izaño. 




Las colcas o almacenes del Estado eran incontables y erigidos por lo general en las laderas de los cerros cercanos a las llactas o asentamientos urbanos imperiales. A uno los hacían redondos y a otros cuadrangulares y hasta rectangulares. Sus formas dependían del producto guardado sobre ellos. Al maíz lo guardaban tanto crudo, pero seco, como tostado. 

 

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