jueves, 27 de diciembre de 2012

Tunanmarca: La capital del reino Huanca



La capital del reino Huanca fue la gran ciudad de Siquillapucara, actualmente conocida con el nombre de Tunanmarca. Está edificada en la cima de un cerro de cantería o roca traquítica. 
Todo el reino estaba gobernado por el jatuncuraca y de carácter hereditario; sus órdenes eran acatados por sus vasallos, quienes como tributo, le sembraban y cosechaban sus sementeras de maíz, papa, ají y otras ubicadas tanto en el valle como en la selva alta. 
Nadie todavía a medido su área ni su altitud, ni se ha levantado ningún plano. Pero debe tener dos kilómetros de largo por medio de ancho. Por el Oeste y el Sur la circundan tres murallas concéntricas de piedra; mientras que por el Oeste y el Norte, unas laderqas muy empinadas le sirven de defensa natural. Siquillapucara era una ciudad fortificada, toda su extensión estuvo cubierta por casas típica huanca: circulares y de un solo piso, de piedra y barro, con cobertizos de jenñual y paja. Se calcula que hubo más de tres mil habitaciones. Casi todas están derruidas ahora, salvo seis que quedan con las paredes intactas, pero sin cobertizos. Además quedan aún dos con techos abovedados con lajas de piedra. Cada habitación constituía una vivienda para una familia nuclear. No hay calles, sino pasadizos en laberinto; cada casa es independiente de otra.
En el centro de la vieja capital huanca, todavía quedan la plaza y el templo dedicado a Huallallo Carguancho, el dios nacional del reino Huanca. Y a una cuadra más o menos, hacia el norte, se halla el palacio  del rey Huanca o jatuncuraca. Este tenía, y aún pueden verse siete habitaciones grandes y redondas. Están encerradas por una cerca, tiene un gran patio donde jugaban los numerosos hijos del rey, y donde conversaban las siete esposas del rey; se afirma que vivían en gran armonía. Ahora mismo, también se puede contemplar la larga y ancha avenida que conectaba la plaza del templo con la parte baja del cerro.
Siquillapucara fue la capital del reino Huanca por espacio de casi medio milenio; allí debieron vivir casi más de quince mil habitantes. Fue la residencia de los más altos dignatarios y funcionarios del reino. Cuando, en 1460, Túpac Inca invadió el valle del Huancamayo, en plan de conquista, Siquillapucara fue la última ciudad en rendirse al militarismo cusqueño. Viejos documentos todavía inéditos, cuentan que los huancas de la capital del reino, fueron vencidos por el hambre y la sed, ya que sus provisiones se agotaron. Pero una vez derrotados sus heroicos defensores fueron deportados en masa a la región septentrional de Chachapoyas. Hombres y mujeres salieron abandonando sus tierras y moradas, lanzando agudos alaridos de dolor y desperación. Pero la orden fue cumplida y la vieja y monumental  capital huanca quedó despoblada para siempre. Desde entonces solo hierbas y sabandijas conocen de su desgracia del abandono. Sin embargo la ira del vencedor no quedó allí; Túpac Yupanqui ordenó derribar casas, palacios y templos. Todo fue echado por los suelos, salvo seis u ocho habitaciones que las dejaron intactas para la eterna memoria de la gloriosa ciudad huanca.

La arquitectura huanca


El nombre de huancas fue conocido desde el período de los estados regionales y organizaciones tribales (1000-1460 d.C.) un numeroso grupo étnico que tenía su hábitat en los territorios de las actuales provincias de Jauja,Concepción y Huancayo. Los huancas surgieron al declinar el apogeo expansionista del imperio Wari; fue entonces cuando más de setenta ayllus unidos por la creencia de un origen común en la pacarina de Wariwillca, lograron ser unificados políticamente por un caudillo cuyo nombre se perdió en la historia. Primero fue convertida en una gran nación y luego en uno de los más poderosos reinos de los andes centrales, como los chancas, lupacas, etc. Era un pueblo guerrero, cuya economía estaba basada en dos sectores: La agricultura en los valles y quebradas, y la ganadería en las tierras altas de la puna. La mayoría de su población estaba radicada entre Yanamarca y Tunanmarca y en el valle mismo del Jatunmayo o Huancamayo; llamado desde 1782 valle del Mantaro, lugar donde todos se dedicaban a la siembra y a la cosecha de maíz, papas y otros productos agrícolas. Solo una minoría permanecía en las punas, cuidando centenares de rebaños de llamas. 



Era un pueblo guerrero, cuyas ciudades casi siempre estaban fortificadas y edificadas en las cimas de los cerros. las casas eran de gran perfección geométrica, con plano en forma circular y de 1.50 a 2 metros de altura. 
Las paredes estaban construidas con piedras irregulares, poligonales, labradas por las caras exteriores. La argamasa que la unía era de arcilla, cal y arena molida. En cambio las paredes interiores estaban sin pulimentar, los muros las preferían de doble pared: uno externo, de piedras pequeñas, poligonales y pulimentadas; y el interno, más grueso y menos labrado. El objetivo del muro era dar solidez a los edificios y proporcionar belleza al exterior de ellos. Las puertas casi siempre fueron trapezoidales y muy pocas las rectangulares, pero todas mejor labradas que las paredes. El dintel, invariablemente, era un bloque rectangular. Las casas constantemente, fueron cilíndricas, en forma de cono truncado, anchas en la base y un poco angostas en lo alto, muy raras eran las ovaladas y cuadradas. Esa fue la razón para que las casas de los huancas estuvieran aisladas unas de otras, dando la apariencia de torres o de chulpas. En la parte superior de las paredes había una o dos ventanas pequeñas, seguramente para la aireación y quizás también para la observación; las ventanas grandes no fueron usadas. Los techos eran de madera de jenñual, quishuar y aliso cubierto con paja, pero no escaseaban los de bóveda falsa, hechas con losas de piedra, unidas con el citado mortero. Muchas de esta calidad todavía subsisten en Tunanmarca. Las casas fueron de una sola habitación y por lo común de un solo piso, cuyo diámetro fluctuaba entre 1.50 y 2 metros: ambiente demasiado estrecho para la residencia de una familia nuclear. De ahí que las casas huancas, más que viviendas o residencias eran alcobas o refugios. Sus dueños en el día preferían estar en los campos y no dentro de ellas salvo durante las lluvias.
Loa huancas edificaron sus casa para dormir y refugiarse y no para vivir. Las casas presentaban el mismo el mismo estilo y las mismas proprciones; a todas las levantaban empleando la técnica de la pirca, pero la del jatuncuraca era más grande y refinada que las demás. 
También construyeron algunas casas de dos pisos, como las de Shutuy y Pachaayllu en Jatunsausa. Asimismo Cieza y Cobo, estas habitaciones circulares servían de tumbas a sus moradores. Fuera de esa calidad de viviendas también utilizaban chozas y cuevas.    
Como las casas o habitaciones circulares eran independientes unas de otras, su aglomeración dio como resultado un pueblo amorfo. Los espacios que separaban las viviendas unas de otras eran estrechos pasadizos; no había calles. Pero cada Llacta o pueblo huanca sí tenía un  templo y una plaza para sus danzas y fiestas. 
Preferían levantar sus ciudades y casas en las cumbres y laderas de los cerros, pero también hubo algunas edificadas en el valle, tal como sucedió con Patancoto y Cotocoto, cuyas ruinas pueden verse ahora. 
Los graneros, a veces circulares y los demás de ellos cuadrados, en columna de a uno, siempre los edificaron en las faldas y cimas de los cerros, semejando a la distancia ser chulpa o torres funerarias. Los construían en esos sitios para aprovechar el viento y el aire helado para la conservación de sus granos y tubérculos almacenados en ellos. Algunos cronistas como Cieza por ejemplo, confunden con pueblos y casas a estas colcas. 
En suma podemos afirmar que la arquitectura doméstica y religiosa de los huancas no llegó al grado refinado de Chimor, ni de Chincha. Todo fue sencillez entre los pobladores del hoy llamado Valle del Mantaro. 

lunes, 24 de diciembre de 2012

La alianza hispano-huanca contra los incas a través de las fuentes escritas

Para el Perú no existen textos en Runasimi que nos comuniquen la visión de la conquista, como si ocurre en México, en cuyo idioma nativo transmitieron el profundo sentir de sus conciencias frente a la invasión española. Todas las informaciones que hasta ahora se han hallado, fueron escritos en castellano, puesto que los autores se vieron obligados a solicitar los servicios de algún funcionario español para que las redactara, de conformidad a la versión que les transmitían a través de un intérprete. Las informaciones de Guacrapáucar y de Cusichaca, pertenecen a este género. 
Don Felipe Guacrapáucar y Don Francisco Cusichaca fueron dos curacas principales de la nación huanca, quienes en 1558, aunados con Don Carlos Apo Alaya, otro señor huanca, dictaron para que las escribieran un escribano, unas memorias sobre el colaboracionismo de ellos en el apaciguamiento de la sublevación de Francisco Hernández Girón. Querían, entonces, el pago justo de todos los gastos hechos en ella. Pero sus pedidos fueron remitidos al Consejo de Indias, para su consulta y que fueron archivados. El hecho motivó, años más tarde, un viaje especial de los tres curacas a Lima; pero no solos, sino con testigos y todas las de la ley. 
Viajaron decididos a llevar a cabo una información mucho más detallada que los simples memoriales o memorias de 1558, para exponer todos los servicios y la integridad de la ayuda que los huancas habían brindado a los españoles desde 1532 hasta 1560 y 1561. 
Cada uno de los tres curacas principales de la nación huanca, en 1560 y 1561, hicieron una información sobre su alianza con los españoles. Se escribieron tres informaciones: Hananhuanca, Lurinhuanca, Jatunsausa. La primera se ha extraviado, las otras dos hacen referencia a la colaboración total de las tres sayas o parcialidades en que estaba dividido el grupo étnico de los huancas. 
La pérdida de los informes de Hananhuanca debió ser notable, ´prueba de ello puede hacer la afirmación que hace Guamán Poma de Ayala donde dejó un dibujo del Apo Alaya Chuquillanqui, curaca de Hananhuanca, apresando a Francisco Hernández Girón, exhibiéndolo como uno de los más decisivos auxiliares en aquella campaña. Del colaboracionismo de Hananhuanca, pues apenas existen dos documentos directos: La memoria de dos páginas de 1558 y el relato de Guamán Poma (1615?). Ambos se refieren a las provisiones dados por el Apo Alaya durante la pacificación de Hernández Girón. 
Don Felipe Guacrapáucar llegó a Lima, con un manojo de quipus, en la segunda quincena del mes de junio de 1560. El 23 del mismo dirigió un pedimento (escrito que se presenta ante un juez y en el que se pide una o varias cosas) a la Audiencia. Solicitó, a nombre de un anciano padre, realizar ante los oidores una información o probanza acerca de la actuación del Apo Don Jerónimo Guacrapáucar y de la saya de Lurinhuanca, desde 1533, año en el que se aliaron con Francisco Pizarro. la solicitud fue aceptada;  y la información fue recibida ante le oidor; el licenciado Saavedra. Don Felipe Guacrapáucar se presentó con diecisiete testigos, algunos de ellos de gran prestigio en el Perú debido a sus avanzadas edades y porque residían muchísimos años en estas tierras. Declararon por ejemplo: Pedro de Alconchel, Beatriz de Saucedo, Doña Leonor Palla y Doña Inés Yupanqui, cuatro testigos de excepción, por cuanto habían actuado desde la llegada de Francisco Pizarro a Cajamarca en 1532.  
Otro testigo presentado por Don Felipe Guacrapáucar, es el capitán Juan de Larrinaga Salazar, el mismo que en 1565, fundaría las reducciones indígenas de Santa Fe de Jatunjauja, San Jerónimo de Tumán y Santiago de León de Chongos. También hay que destacar a Damián de La Bandera, ex visitador del Valle de Huancamayo y gran conocedor de la geografía regional.
El 26 de agosto de 1560 se terminó de escribir y recibir la información de Don Jerónimo Guacrapáucar y de la saya de Lurinhuanca, a pedido de Don Felipe Guacrapáucar. Ese mismo día, solicitó una copia de ella para llevársela a España. 
En cambio la información de Jatunsausa iba ser realizada por otro curaca y un año después la de Lurinhuanca. Efectivamente en 1561, Don Francisco Cusichaca, curaca principal y titular de la saya de Jatunsausa, como heredero directo de su padre el Apo Manco Surichaqui, quien se había aliado con Pizarro en 1533, se puso de acuerdo con dos curacas más de su misma saya: Don Diego Ñaupari y Don Cristóbal Canchaya. El resultado de sus conversaciones fue un viaje a Lima, para apersonarse en la Audiencia Real y exhibir en ella otro enorme manojo de quipus también, anudados y guardados en Jatunsausa con religioso cuidado desde febrero de 1533, fecha en la cual Apo Manco Surichaqui envió sus mensajeros a Pizarro hasta Cajamarca. Los curacas huancas y también los jatunrunas, habían comentado siempre, en conversaciones públicas y privadas, sobre la existencia de esos quipus y fundamentalmente de su contenido. Allí figuraban toda la ayuda material que sus antepasados y ellos mismo habían dado a los españoles desde 1533 hasta 1534. Para los jatunsausas, era necesario presentarlos a la Audiencia, deseaban que las autoridades recompensaran de algún modo tanta ayuda brindada por ellos a los conquistadores. 
Viajaron a Lima llevando en sus chuspas los largos y hermosos cordones que contenían la historia de la alianza hispano-huanca. Así mismo iba avivando la memoria para recordar los sucesos del pasado y poder ampliar las informaciones que meditaban realizar al respecto. 
Don Francisco Cusichaca se presentó ante la Real Audiencia el 6 de setiembre de 1561, junto con Ñaupari y Canchaya. Y ahí, en la mesa del escribano Francisco López dejaron un memorial.
Manifestaron que no lo presentaban en nombre propio sino de todos los jatunsausas. A su memorial acompañaban unos capítulos de setenticinco puntos, donde figuraban todos los sucesos ocurridos en Jatunsausa desde 1533 hasta diciembre de 1554. Era una detallada información, según sus recuerdos, de los auxilios dados por los jatunsausas a lo largo de ese lapso. Todo ello querían los curacas demostrarlo con las declaraciones de testigos andinos y españoles. Por lo tanto los setenticinco capítulos no eran sino otras tantas preguntas, bien y ampliamente estructuradas. Conjuntamente con los setenticinco capítulos iba una memoria, en la cual se había hecho la transcripción de los quipus. En aquella memoria se especificaban las más mínimas cosas que los jatunsausas dieron a los españoles, desde 1533. Por entonces la saya de Jatunsausa era la encomienda de Gómez de Caravantes. 
Cusichaca y sus dos paisanos presentaron su pedimento, sus capítulos y su memoria a la Audiencia. Con ello demostraban que su intención era realizar una probanza al respecto, para la cual tenían abundantes testigos. Pedido que la Audiencia lo aceptó y comisionó para su recepción al licenciado Alvaro Ponce de León. Pero como Don Francisco Cusichaca era indígena y por consiguiente, considerado menor de edad, fue necesario que nombrara apoderados. Estos fueron dos:  Francisco de la Torre, procurador de causas en la misma Audiencia, quien se hallaba ausente; y el otro, Alonso Mescua; ambos españoles. Como Don Francisco Cusichaca no sabía hablar el castellano ni escribir, se hizo entender mediante un intérprete mestizo llamado Pedro de Alvadán. 
La presentación y juramentación de los testigos duró varios días. Empezó el 6 de setiembre de 1561 y acabó el 15 del mismo. Los testimonios comenzaron a recibirse el 19 de aquel mes, ante Don Alvaro Ponce de León, oidor de la Audiencia; la última declaración fue recibida el 7 de octubre. Duró pues diecisiete días, fueron presentados quince españoles y un huanca de Jatunsausa. Pero de todos los españoles, dos eran de excepción: Pedro de Alconchel, el trompeta de la conquista y Diego de Ribera "el viejo", testigos presenciales de los hechos fundamentales de la alianza hispano-huanca. El testigo jatunsausino, monolingüe y analfabeto, también es otro de los testificantes extraordinarios; se llamaba Don Baltazar Canchaya, un notable huanca de la citada saya de Jatunsausa. Había nacido en 1523, de manera que a la llegada de Pizarro tenía ya diez años de edad. Además había conocido y tratado al Apo Manco Surichaqui, el célebre curaca de Jatunsausa que se alió con los españoles, cuyos actos no solo había visto sino también oído repetidas veces a sus paisanos y familiares. El fue el único testigo que declaró bien y ampliamente, casi desde el primer al último capítulo del interrogatorio. 
El interprete que tradujo los quipus y las declaraciones fue el indígena noble Don Martín. Y una vez acabada la información, el 13 de octubre de 1561, Don Francisco Cusichaca solicitó una copia de ella. Lo que en efecto se le dio, certificada con la firma y sigla del escribano Francisco López; la deseaba para enviarla también a España, al rey mismo, para que lo leyera y se enterara de las hazañas de los huancas de Jatunsausa a favor de Pizarro y del rey de España.






Teorías sobre la caída del Imperio Inca

La visión de que 160 españoles y 60 caballos, sin ayuda de nadie pudieron conquistar el Imperio Andino, compuesto de varios de miles de soldados y de millones de pobladores, en un tiempo muy corto, ha hecho meditar a muchos investigadores. ¿Cómo explicarse que un puñado de invasores españoles hayan derrotado a miles de soldados andinos y luego subyugar a millones de pobladores?
Se han propuesto distintas teorías acerca de la caída del Tawantinsuyu; pero dos son las más difundidas:
a) El absolutismo exagerado del Estado Inca, que había convertido en autómatas a los tributarios andinos, al extremo de que caída la cabeza dirigente (el Inca) se vino todo abajo.
b) La situación social  y política de los reinos señoriales conquistados por los emperadores del Cusco. 
Esta última teoría hace resaltar el colaboracionismo de los señores étnicos, quienes lo hicieron para vengarse de antiguas rivalidades interseñoriales y también para salvaguardar el status socio-económico en que se desarrollaron dentro de las estructuras andinas y asimismo por la oposición que reinaba dentro de las clases sociales dominantes. 
c) Otras de la teoría muy difundidas sobre la destrucción del Imperio Inca, fue la división existente entre el ejército y la clase dirigente en dos bandos: Los de Waskar y los de Atawallpa, que valen decir entre Hurin y Hanan Cusco respectivamente; provocando una cruenta guerra civil, de la que se aprovechó Pizarro, ayudando al uno contra el otro y viceversa, hasta hacer desaparecer a los dos y quedarse él como único gobernador de todo el territorio. Esta teoría aún se acepta hasta el día de hoy.
Pero también hubieron investigadores que se preguntaron ¿cómo es que los araucanos, los chichimecas y otras tribus de cultura marginal no pudieron ser conquistadas con la misma sencillez que en el Perú y México? Esto ya se interrogaron el cronista Cieza en 1553 y Acosta en 1590.
Autores tan antiguos como Cieza y Acosta, y investigadores modernos sostienen que los araucanos no fueron subyugados fácilmente y no fueron conquistados nunca por los españoles, porque no habían formado señoríos. No habían tenido reyes a quienes obedecer, porque jamás habían estado sometidos a dominio extranjero; eran personas libres, su régimen socio-político y económico de nomadismo les incitó a combatir posibilitando la resistencia. Si estuvieran estructurados en señoríos, como los de México y Perú, se habrían derrumbado fácilmente; porque entregado el rey absoluto estaba cedido todo. Entre los araucanos no existía jerarquización social; allí los jefes no eran hereditarios sino elegidos, según la valentía y la fuerza. El jefe no hablaba en forma personal, sino que su palabra era la expresión del pueblo y su sentir el sentimiento de la masa. 
Las sociedades no señoriales, las organizadas sin estratificación clasista, son las que resisten al intruso o invasor; en cambio las etnias estructuradas en señoríos, como sucedió en los Andes, se desenvuelve en un ambiente contrario. Podemos afirmar que los españoles callaron la asistencia y alianza de los señores étnicos para no perder la encomiendas; si ellos hubieran manifestado que el Tawantinsuyu fue conquistados por los mismo nativos andinos para entregárselos a los españoles, entonces ¿con qué derecho habrían reclamado gratificación de servicios a la Corona española?
Para entender y explicar el ocaso del Imperio de los Incas es imprescindible estudiar el estado social de los diversos señoríos étnicos del mundo andino y el señorialismo feudal traído por los españoles. Porque de las fuerzas que se originan del encuentro de esos dos esquemas mentales, dependió la caída rápida del Imperio Inca.
En tal sentido debemos analizar cuál era la situación política de los curacazgos o señoríos étnicos que integraban el Tawantinsuyu. ¿Qué pensaban los jatuncuracas de los incas? ¿Cómo juzgaban la política económica y social impuesta desde el Cusco? ¿Estaban resignados con la conquista incaica? ¿Qué actitud tomaron los jatuncuracas y señoríos étnicos ante los españoles? ¿Cómo les recibieron? ¿Qué vieron en ellos?
Al contestar estas interrogantes, podremos comprender que la fácil conquista por un pequeño grupo de aventureros y su tecnología moderna es un mito; la desintegración del Tawantinsuyu se debe a la rivalidad señorial de los curacas andinos y a la oposición de éstas al dominio del Cusco. 

viernes, 21 de diciembre de 2012

Las primeras exploraciones de los europeos al Tawantinsuyu

Siempre se había atribuido a Pizarro, desde el punto de vista europeo, el título de de descubridor del Perú de los Incas; pero investigaciones con nuevos documentos, según los trabajos de barón E. Nordenskiöld, que sostiene que un portugués y no un español habría sido el primero en cruzar los linderos del imperio incaico, mediante una incursión de guaraníes que invadieron la parte suroriental del actual territorio boliviano, entre los años de 1522 y 1523.
Lo cierto es que los incas tuvieron noticias aunque confusas de las primeras exploraciones que Balboa realizaba en el golfo de Panamá desde 1515, y quizás con mayor seguridad desde 1526 en que llegaron a la Bahía de San Mateo y tomando una indefensa balsa de comerciantes tumbesinos. Fue en abril de 1528 que los incas descubrieron a los españoles cuando éstos merodeaban el litoral de Tumbes y un Apo (orejón) quien era un funcionario de la región, que subió a la embarcación extranjera.
Los antiguos peruano tuvieron la oportunidad de examinar de cerca a dos hombres, un negro y un blanco, cuya presencia en la playa y pueblo de Tumbes les causó más curiosidad que admiración. El primero por su negrura de su color y las gracias que hacía y el segundo por su brillante disfraz metálico con cimera emplumada, que ante la mirada risueña del señor de Tumbes, trató de sorprenderlos para hacerles creer que el arcabuz que traía era una extraña divinidad que lanzaba fuego, pero el astuto curaca, descubriendo el engaño, dejó confuso al soldado cuando vertiendo un vaso de chicha en el caño aún caliente del arcabuz, le pidió cordialmente que disparara de nuevo. 
En los meses posteriores, hasta agosto de 1528, los demás pueblos de la cota vieron también, deslizarse sobre el mar a la pequeña embarcación española y con más detalle a sus tripulantes que bajaron para proveerse de agua y alimentos,  como después al propio Pizarro cuando a instancias de una terca apu llana (jefe local), se vio precisado a bajar a tierra casi por la fuerza y muy temeroso de caer en una celada, para compartir con ella en una improvisada fiesta que le había preparado en homenaje a su visita. 
Este famoso encuentro, casi ignorado en los manuales de historia, fue en realidad tan importante y trascendental que decidió la suerte del imperio Inca, cuyas riquezas y la prosperidad de sus pueblos decidieron a los europeos y sin vacilación alguna, decidieron a emprender la invasión de estas tierras para la corona española, sin sospechar siquiera que el largo litoral que habían recorrido hasta el valle del Santa y los pueblos del Cusco, Chincha y Tumibamba (Tumipampa), que tanto habían oído nombrar; fueran los centros más importantes, nada menos que del mayor imperio que se había organizado en la América andina.
Cuando Pizarro retornó a Panamá, después de diez años de ausencia, luego de su viaje delirante y mostró a sus temidos acreedores las riquezas increíbles y las cosas extrañas que había traído, todos ellos quedaron deslumbrados y a instancias de la codicia soldadesca, emprendió su viaje a España, para que el rey autorizara las conquistas de estas nuevas tierras, que empezaron a ser conocidas oficialmente con el nombre de las "provincias del Perú", como sinónimo de ilusión, aventura y fortuna.

viernes, 14 de diciembre de 2012

Conquista y consolidación del imperio de Pachacuti

Pachacuti organizó tres ejércitos; uno al mando de Apo Mayta fue a Huamanga; otro, capitaneado por su hermano Cápac Yupanqui, se preparó para sojuzgar hasta Chincha. Y el tercero bajo su propio comando, se pertrechó para maniobrar en apoyo de los dos anteriores. Así fue como se consolidó la conquista de Sora, Parisa, Quinua, Tayacaja, Ancarae, Chocurpu y Pariguanacocha. Su hermano y jefe militar Cápac Yupanqui se enrumbó hacia la conquista de la costa y anexó Nazca, Chincha, Lunaguaná sobre Mala e Ishmay (Pachacamac-Rímac); lo que le significó cuatro años de campaña. Mientras por los Andes, Apo Mayta conquistó Quinua, Parisa, Tayacaja y Ancarae.
Pachacuti visitó Tanquigua, fundando allí la Llaqta de Vilcashuamán. Continuó al norte y en Pomacocha nació su hijo Amaro Yupanqui, ya que los incas acostumbraban hacer expediciones y viajes en unión de sus esposas. Pronto pasó a Quinua, de donde retornó al Cusco. Acto continuo, fue a conquistar Acos (Sur del Cusco), trasladando su población, en gran parte, a Tanquigua y Quinua (mitmas).Por ese tiempo falleció el anciano Inca Wiracocha, hecho que motivó las ceremonias fúnebres.
 Después de la campaña al Chinchaysuyu se llevó a cabo la primera expedición conquistadora al Collasuyu, con el fin de contener a los reinos Colla y Lupaca, cuyos jefes, Chuchi Cápac y Apo Cari, se hacían llamar incas. Los derrotó gracias a las pericias del general Apo Conde Mayta, el cual dejando guarniciones de mitmas, gobernadores y espías para el efectivo control del país anexado, prosiguió hacia el Sur hasta someter Pacaje, en uno de cuyos parajes pudieron contemplar los escombros de lo que otrora había sido la célebre Taipicala (Tiwanaku).
Por le Oeste mientras tanto, conquistaban Contisuyu, hasta Camaná (Arequipa). En tal ocasión intentaron los Hanan y Hurincusco retornar a Taipicala, el terruño de sus más remotos antepasados, lo que fue imposible por diversas razones de índole táctica y estratégica. 
En aquella época también se revelaron los cuyos y cahuiñas; a iniciativa de los primeros planearon asesinar a Pachacuti, y en efecto un ollero lo turbó de una pedrada, causándole una herida indeleble en el cráneo. De haber triunfado  cuyos y cahuiñas habrían proclamado su liberación. Pero como no sucedió, se les castigó ejemplarmente devastando sus aldeas, matando a unos y deportando como mitmas a otros. 
Sin pérdida de tiempo emprendió la segunda campaña del Chinchaysuyu, confiándola a la habilidad y experiencia de su hermano el general Cápac Yupanqui, que persistió conquistando por ese rumbo. Con la colaboración de los guerreros chancas derrotó a los Huancas, Huarochirí, Yauyo, chucurpu, Atapillo, Canta, Tarma, Chinchaycocha, Checra, Cajatambo y Lampacollana. Cuando había vencido a los huaylas, los chancas se le fugaron del tambo de Huaraz, internándose por Conchucos, a Moyobamba, como medida precautoria para salvar sus vidas, pues Cápaca Yupanqui tenía pensado masacrarlos, debido a la importancia que iban adquiriendo. 
Cápac Yupanqui llegó a zonas más distantes, por los andes septentrionales hasta Cajamarca,  conquistando previamente Conchuco y Huamachuco. 
Por el Este, llamado el Antisuyu, otros efectivos avanzaban hacia Marcapata (Carabaya), en cuya oportunidad conspiraron los Collas, los cuales, después de dominados, fueron conducidos a Tambo para edificar los andenes y aposentos de Pachacuti, al igual que la fortaleza. Amaro Yupanqui fue el que reprimió a los collas, venciéndolos en la batalla de Lampa. Tales hechos coincidían con el nacimiento de Túpac Yupanqui (hijo de Pachacuti) en el Cusco.
Posteriormente se hizo una segunda expedición al Collasuyu, en la cual Amaro Topac y Páucar Ushno, hijos de Pachacuti, conquistaron e incorporaron Quillaca-Asanaque, Charca, paria, Caracara, Pocona, Chuy y Chicha (Tarija). Amaro Yupanqui se lució como un gran conquistador.
Los ejércitos Pachacuti y Amaro se apoderaron de Yanaguara, Chumpivilca y Arone, en cuyo tiempo un terremoto destruyó las aldeas y cultivos de la actual región de Arequipa. El propio Inca se trasladó allí, haciéndola repoblar con mitmas y fundando la llaqta de "La Chimba". 
Hacia 1468, cuando Pachacuti tenía más de 60 años de edad y 30 de reinado, nombró como heredero y sucesor a su muy querido hijo Amaro Yupanqui, uno de los 100 hijos de Pachacuti, con el cual estableció un correinado. Pero Amaro resultó un joven desmesuradamente prudente y amable, con un apego infinito a la agricultura y arquitectura; virtudes inapropiadas en una época de irresistibles actividades bélicas, intirgas y represiones. 
El correinante se le dio el sobrenombre de Amaro Inca Yupanqui; se casó con Chimpu Ocllo a la edad de 26 años.
Si bien es cierto que Amaro Yupanqui conocía el arte militar y los mecanismos de la administración estatal, el Estado imperial en plena formación, más requería un hombre de acción enérgica en el campo de la guerra para conquistar y reprimir. Y de tales atributos carecía Amaro Yupanqui. Pese a ello se le mandó a develar un alzamiento provocado por el rey colla (Asángaro/Juliaca). Y precisamente allí fue donde demostró carecer de toda cualidad para dirigir y controlar un Estado; claro que los Hanan y Urincusco reprimieron la conspiración, pero gracias a la estrategia de su hermano Auqui Yupanqui y otros. 
Su ineptitud guerrera frente a los collas fue comentada por sus parientes y estrategas y la derrota que sufrió a manos de los guaraníes en la frontera Sureste hizo que Pachacuti optara por retirarlo del correinado y nombrara a Túpac Yupanqui, otro de sus hijos con Anahuarque, como su heredero y nuevo correinante.
La destitución de Amaro Yupanqui fue honrosa; incluso se le permitió que instituyera su panaca (ayllu real) o linaje, puesto que tenía numerosas esposas e hijos.

jueves, 13 de diciembre de 2012

Las primeras conquistas de Pachacuti

Fundado e instaurado el imperio, Pachacuti emprendió sus expediciones de conquista y anexión de territorios. Su primera acción fue atacar a la dirigencia Ayarmaca, llevándose acabo algunas batallas, hasta que en la última de Huamancancha la derrotó en forma concluyente asolando los ayllus ayarmacas; capturó al Tocay Cápac, a quien lo puso en prisión perpetua. De esta manera extinguió el reino de Ayarmaca fragmentando a su población y territorio en tres pequeños señoríos, cada cual libre del otro como simple cacicazgos, quedando desarticulados y abatidos; se les permitió el rango de incas simbólicos o de privilegio con uso de orejeras y pelo corto. 
Pachacuti y sus sucesores querían borrar de la historia el nombre Ayarmaca; y lo habrían logrado si es que 95 años más tarde no se produce la invasión española, tiempo muy corto para borrar de la memoria a tan importante reino. La pacarina o punto de origen de los ayarmacas fue considerado como el quinto ceque (líneas o rayas que partían de la ciudad del Cusco) del Chinchaysuyu. Por igual, al octavo ceque del Antisuyu, en lugar de llamarle Collana, Payán y Cayao, se le decía Ayarmaca. Pachacuti permitió que a los sobrevivientes derrotados tomar a su cargo la fiesta de Omarraime (agua y lluvias); y juntamente con los ayllus de Oma, Quivios (Cusco) y Tambo la celebración del huarachico (ritual que implicaba el paso de la niñez a la vida adulta). Siguieron pues, conservando cierto rango en la organización del Cusco.
Con su hermano Inca Roca sometió a los tambos (el futuro Ollantaytambo, que como los incas, descendían de otra rama de emigrantes de Taipicala. Velozmente se conquistó y anexó a los cuyos, luego a los tres señoríos de Amaybamba, Vitcos y Vilcabamba incluyendo Piccho (Machu Picchu). Después sometió a las etnias Cugma y Huata, gobernadas por Páucar Topac y Poma Lluqui. A 16 leguas del Cusco, subyugó a los señoríos o ayllus de Huáncara y Toguaro. 
En su reinado de 33 años (1438-1471) iba a extender sus dominios territoriales por el norte. Él mismo pensó anexar a los curacazgos y reinos de las tierras del actual Ayacucho. Sus hazañas eran tan descollantes que los señoríos Cotapampa, Cotanera, Omasayo y Aymarae (hoy región de Apurímac) acordaron someterse pacíficamente. 
Pachacuti emprendió su primera gran campaña dirigida al Chinchaysuyu, para plasmar la destrucción final de los chancas (Andahuaylas) y tomar posesión de su área nuclear. Sólo halló resistencia en la fortaleza de Curamba. Para concertar la paz regaló al jefe vencido una palla (señora de la nobleza) del Cusco, en calidad de esposa. En seguida con sus generales Apo Maita y a la cabeza de sus tropas, que incrementaba con los guerreros de las etnias que iban conquistando, intervino e incorporó a los soras, lucanas y chalcos, apresando a los curacas Guacralla y Puxaico. En el espacio de los Tanquiguas, éstos se refugiaron en la fortaleza de Auquimarca con la esperanza de resistir,pero fue en vano.

lunes, 10 de diciembre de 2012

Pampa de Ayacucho



El campo en que se libró la batalla de Ayacucho, se denominaba así, Ayacucho y no Quinua. En los partes de batalla de los jefes de los ejércitos combatientes, en la capitulación firmada por Sucre y Canterac en la tarde del día de la batalla, así como en las memorias de los jefes que participaron en ella, se da el nombre de Ayacucho al campo en que se dio la batalla del 9 de diciembre de 1824. Para perpetuar este nombre, entre otras disposiciones, el Congreso peruano por ley del 12 de febrero de 1825 dispuso que: Será reconocido en adelante el general del Ejército Unido Antonio José de Sucre, con el dictado de Gran Mariscal de Ayacucho, por la memorable victoria obtenida en los campos de ese nombre". y Bolívar por decreto del 15 de febrero de 1825, cambió de nombre al Departamento en que se encuentra la pampa y a la ciudad en cuya cercanía está, para perpetuar el nombre del lugar en que se obtuvo la victoria que afianzó para siempre la independencia total de la República y decretó: "El Departamento de Huamanga será denominado en adelante Departamento de Ayacucho". "La ciudad de Huamanga, capital de ese Departamento, llevará la denominación de ciudad de Ayacucho". Quinua es el nombre del pueblo que queda en un extremo de la pampa.

jueves, 29 de noviembre de 2012

Pachacútec: El ascenso al poder


Cusi Yupanqui, tomó posesión de todo lo que arrebató a sus enemigos: Ídolos, armas, ropas, provisiones, vajillas, joyas, hatos, prisioneros, etc. Y rápida,mente se preparó a celebrar las fiestas de triunfo; los prisioneros fueron reunidos en Yahuarpampa y llevados al Cusco para festejar la victoria, pisándoles los cuerpos. También trajeron consigo el rico botín chanca; pero Cusi Yupanqui quería que su padre fuera el que solemnizara las diversiones y a la par tomara posesión de lo ganado a sus enemigos. Cuando Cusi fue a ver al viejo Inca, lo halló conversando con Huamán Huaraca, quien habría logrado la capitulación de Wiracocha (Huiracocha); pero al enterarse de la verdad, Huamán Huaraca lloró profundamente. Wiracocha rechazó el ofrecimiento de Cusi yupanqui; por el sencillo hecho de que Urco era el que debería llevarse las palmas de la victoria por se corerinante, que pese a lo ocurrido debería seguir en el poder; hecho que indignó y ofendió a los héroes, quienes se negaron a la petición del viejo Inca.
Desaparecido Urco y neutralizado Huiracocha, se preparó la coronación de Cusi Yupanqui como Inca, la que se realizó con gran pompa y esplendor, tomando posesión del ushno (trono), mascaipacha, sunturpáucar y el champi. Vino a ser en realidad el número 11 de la serie conocida de los señores del Cusco,si contamos a Tarco Huamán y a Urco: Dos de los reyes borrados de la lista pública de jefes cusqueños. Tomó el nombre de Pachacútec, que quiere decir persona con quien comienza una nueva era: El que cambió el destino político y militar de su Estado, convirtiéndolo de un simple señorío en un poderoso imperio. En el mismo Inticancha se casó con Mama Anahuarque, hija del señor de Choco, aparte de la cual tuvo otras mujeres secundarias. 
Uno de sus primeros actos fue suprimir de la historia oficial a Inca Urco, lo que no fue posible del todo ya que sus execrables fechorías eran tan indelebles que fue imposible relegarlo al olvido total por los anan y urincusco, de modo que su imagen y recuerdo infame perduraron por más de 100 años entre los habitantes de aquella llacta, con tanta nitidez que, en 1571, un pintor cusqueño reconstruyó su retrato con suma facilidad. Lo que si lograron fue eliminarlo de la relación pública de los incas correinantes, considerado como el peor castigo para un Capac (rey o poderoso) que humilló a la etnia Inca. 
Vencidos los chancas, muy pronto la etnia inca resultó poseedora de magníficos medios de conquista y dominación exterior, con tanto éxito que los avances y sometimientos iban a ser unos tras otros, pese a lo abrupto de la geografía. 

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Cusi Yupanqui

Cusi Yupanqui (Pachacuti) fue el hijo de Wiracocha y Mama Runto, hija del señor de Anta; había nacido en los aposentos de Cusicancha, frontero al Inticancha (Cusco), motivo por el cual años más tarde fue transformado en adoratorio. Quien le educó y moldeó su carácter fue su ayo Micuymana, enseñándole historia, quipus, leyes y lengua. De joven demostró una extraordinaria personalidad y madurez reflexiva, cualidades que le faltaba a su hermano Urco. Tomó parte en las principales empresas guerreras dirgidas por Vicaquirao y apo Mayta.
Ante la huida del inca Wiracocha, su hijo Urco y parte de su séquito, surugió la figura de Cusi Yupanqui, ya tenía 30 años de edad, que con el apoyo de los guerreros Vicaquirao y Apo mayta ordenó la resistencia. Realizó una convocatoria de la pequeña etnia Inca y clamó la ayuda de los señoríos y reinos vecinos; Canas acudió como aliado; pero no faltaron algunos que se abstuvieron esperando el resultado para adherirse al grupo grupo ganador, como es el caso de los Chilques (Paruro).
Más de una batalla hubo entre chancas y cusqueños; la primera en la propia llacta del Cusco. Fue un combate cuerpo a cuerpo, presenciado por miles de espectadores de las etnias colindantes que para intervenir esperaban el lado por el que se inclinase la victoria.
Los chancas retrocedieron a Ichubamba, pero sin ceder en sus intentos; en secreto llamaron a sus guerreros del interior de sus tierras; pero la situación era ya diferente, ahora todas la etnias que circundaban el Cusco estaban decididas a auxiliar a Cusi Yupanqui al ver que estaba triunfando. Esta vez los ayarmacas (Jaquijaguana) se aliaron a los chancas. En la batalla Cusi Yupanqui cercenó la cabeza de Asto Huaraca, mientras Tomay Huaraca era muerto en otro sector del campo de combate. Cusi capturó al ídolo de Uscovilca. El hecho sirvió para que más señoríos y reinos que aún seguían indecisos y de espectadores, se plegaran a Cusi Yupanqui. Realidad que después fue mitificada por los Incas, propalando la creencia de que las piedras de Ichubamba se transformaron en hombres por voluntad de los dioses para favorecer a sus hijos predilectos: Los anan y los urincusco. Tanta fue la sangre derramada en Ichubamba que se le llamó Yahuarpampa (llanura de sangre).
Con la desaparición de sus caudillos, los chancas se dieron a la fuga; los incas los persiguieron hasta la orilla derecha del Apurímac a 12 Kilómetros, donde todavía se llevó a cabo un tercer combate, en el que fue muerto Vicaquirao, cuyo cadáver fue metido en el tronco de un árbol que agujeraron. Cusi Yupanqui continuó hasta Andahuaylas que es la tierra de los chancas. Después regresó deteniéndose en Jaquijaguana, lugar en que los ayarmacas se hallaban aflijidos, pensando en pedir clemencia, suponiendo obtener el perdón y pertenecer a la etnia Inca. 
El triunfo Inca estaba consumado, con ello acababa el período del diminuto señorío del Cusco. Ahora se daba inicio al gran imperio de los incas.

martes, 27 de noviembre de 2012

Batalla de Tarapacá

La aldea de Tarapacá, rodeada de huertos y pastizales, se halla al pie de la cordillera, en una quebrada debajo de elevados cerros cortados casi a pico. Era, desde mediados del siglo, residencia de salitreros ricos y de las autoridades de la provincia. Los bolivianos la habían saqueado en su retirada y las casas estaban abandonadas. El ejército peruano llegó a Tarapacá el 22 de noviembre; allí se encontraba el general Buendía con otros jefes que, abandonando el campo de San Francisco, habían adelantado su retirada.
Se reorganizó el ejército con 4,500 hombres, en 6 divisiones cada una respectivamente al mando de los coroneles Alejandro Herrera, Andrés A. Cáceres, Francisco Bolognesi, Justo Pator, Miguel Ríos, Francisco Bedoya. El Comandante en Jefe era el general Juan Buendía y el Jefe del Estado Mayor era Bilisario Suárez.
El ejército estaba compuesto por hombres de a pie, por no contar con caballos; este ejército no sólo carecía de municiones sino también de subsistencias y de uniformes; los soldados en su mayoría estaban descalzos y moralmente deprimidos.
Las fuerzas chilenas que se disponían a enfrentar al ejército peruano en la quebrada de Tarapacá, contaban con un total de 4,000 hombres con caballería, infantería y artillería, contaban con 8 cañones y estaban distribuidas en tres columnas.
A las 8 A.M. del 27 de noviembre llegó al campamento peruano la noticia que se acercaba el enemigo y al poco rato empezó la batalla. Aunque la situación era desventajosa, los peruanos salieron al encuentro trepando las fatigosas laderas y conquistando cada posición con denotadas acometidas. A las 5:30 P.M después de nueve horas de lucha, fue finalmente desbaratado el enemigo que acabó huyendo por la quebrada de Isluga. Fue un triunfo espléndido del ejército peruano, cuyo costo significó unos 300 muertos y otros tantos heridos, entre éstos y aquellos muchos jefes y oficiales. Las pérdidas de los chilenos fueron mayores y cayeron 61 prisioneros.
Fue importante el número de armas que cayó en poder de los peruanos, incluso toda su artillería de 8 cañones, que tuvieron que ser enterrados en la arena por carecer de bestias de carga para transportarlas. 
Durante esta batalla se distinguieron muchos valerosos oficiales, algunos de cuyos nombres hubieran de consagrarse después como héroes de guerra. El primero fue Andrés A. Cáceres que se destacó no sólo por su coraje sino también por su talento militar; el anciano coronel Francisco Bolognesi que se encontraba enfermo y con fiebre, se levantó de su lecho para combatir y cumplir valerosamente la misión que la había sido encomendada. Sin embargo el gran héroe de Tarapacá, como en todas las tragedias y escasos triunfos de la guerra, en medio del hambre, del frío y de la sed, en las penalidades de los desplazamientos o en la lucha cuerpo a cuerpo, fue el soldado anónimo peruano; fueron suyas todas las victorias o toda la grandeza suprema que significa la entrega de la vida.
Pero la victoria de Tarapacá en nada cambió el curso de la guerra. El aislamiento y el peligro que significaba quedarse en el lugar y las penurias en las que se debatían los soldados, decidieron el abandono de Tarapacá, que era precisamente, la causa de la guerra. Tras las huellas de los soldados descalzos y del polvo que hacían las columnas al marcharse, quedaba perdida para el Perú la rica provincia de Tarapacá. A los pocos meses comenzó la explotación de las salitreras, lo cual no solamente permitió a Chile proseguir la guerra con nuevos recursos sino también cambiar su situación económica hacia una nueva era de desarrollo y progreso. 

viernes, 23 de noviembre de 2012

Inca Urco

Aislado en Calca el viejo Huiracocha dejó en el Cusco a su hijo Inca Urco enviándole la borla o mascaipacha, realizándose las ceremonias tradicionales que se estilaban en el Inticancha, con sacrificios y fiestas. Inca Urco ocupó más o menos el número diez de la lista conocida del Cusco; pues se presume la existencia de otros que fueron eliminados de la historia en forma total y absoluta. 
Desgraciadamente su mandato resultó uno de los más oscuros, abominables y nefasto de la historia andina, su notoria cobardía y ausencia integral de intuición y preparación táctica no le permitieron alistar ninguna expedición ni conquista. Se mantenía en el poder por la imperiosa y absurda prepotencia de su padre Huiracocha. 
Inca Urco entregado a los placeres y vicios no se preocupaba en gobernar, la mayor parte de días los pasaba en casas de recreo; desagradando esta actitud a los guerreros componentes de la etnia Inca. Su carácter morboso le impulsaba inclusive a buscar tener relaciones sexuales entre mujeres pertenecientes a las clases sociales bajas (campesinas o yanas); y en ocasiones hasta llegó a violar a algunas mamaconas (las más venerables señoras de los acllahuasis). Era habitual verlo en la llacta bebiendo y hasta ebrio, vomitando y miccionando sin vergüenza alguna en las vías públicas. A cuantos se dirigía los trataba como hijos engendrados por él dando a entender haber tenido relaciones con sus madres. En ningún instante intentó levantar su vivienda, ni edificar construcciones de ningún tipo; y como guerrero resultó un inútil. 
El descontento era unánime entre los de la etnia Inca que veían en Urco un jefe depravado y amilanado. Apo Maita, nieto de Cápac Yupanqui, ideó una conspiración para eliminarlo; pero temeroso de las represalias que desataría Huiracocha se abstuvo; el viejo Inca apoyaba a su corrupto y torpe hijo debido a las intrigas de la ingeniosa madre de éste: Curi Chulpi, a quien amaba con obsesión.
Los chancas aprovecharon la coyuntura, emprendieron su marcha para embestir a los Anan y Urin del Cusco. Estacionaron su campamento en Vilcacuna, confiados en sus hazañas pasadas y seguros de que nadie iba a oponérseles. 
Huiracocha estaba convencido que todo acto defensivo era inútil; los chancas hasta entonces eran invencibles; además la etnia Inca vivía asediado por otros ayllus y señoríos vecinos. 
Inca Urco en vez de hacerles frente huyó hacia un escondite. La situación de muchos de los señores de las etnias ubicadas al Este y Sur del río Apurímac era una sola: Desesperados por huir ante el inminente peligro de ser arrasados por los chancas.
El desaliento fue enorme en el Cusco y mucho más cuando Huiracocha fue a buscar refugio en Chita, llevando a sus hijos Urco y Socso, que les faltaba talento y valor. 
Con los ánimos totalmente derrotados, dejaron desamparado su señorío, sin embargo, debió también influir para tal decisión la actitud de los sacerdotes, quienes para vengarse de las pequeñas reformas hechas por los Anancusco, estaban en conversaciones secretas con los chancas.
Cuando expulsaeron a los chancas gracias a la resistencia de Cusi Yupanqui y otros valerosos guerreros; la etnia Inca acordaron no consentir jamás la entrada del tímido y desvergonzado Urco al Cusco, pidiendo su destitución ipso facto. Urco entonces quiso justificar su conducta, pero nadie le creyó, hasta su mujer con la que tuvo hijos, lo abandonó, trasladándose al Cusco, donde Cusi Yupanqui la aceptó y admitió como una esposa más de su harén. Pero ante la insistencia del canalla prosiguió la guerra en forma cruel.
Urco al verse perdido, urdió una emboscada que debía cumplirse contra Cusi Yupanqui cuando estuviera de regreso al Cusco, emboscada comandada por el mismo Urco con gente que reunió en Yucay. Pero Cusi Yupanqui y sus generales, entre ellos Apo Mayta, les salieron el encuentro en el preciso instante que iban hacer asesinados, desbaratando a la gente de Urco en la batalla de Paca (río Tambo). En un choque cuerpo a cuerpo, Urco cayó desde un barranco al fondo del torrente, gracias a una certera pedrada lanzada por Roca, hermano de Cusi. Urco fue arrastrado por la corriente hasta Chuquillusca, seis Kilómetros abajo de Tambo. Allí fue cogido y luego matado, donde se le hizo pedazos, arrojando los trozos de su cuerpo al río. 

jueves, 22 de noviembre de 2012

Huiracocha

Hubo una enorme confusión para designar al nuevo Inca, cuanto gran parte de los hijos de Yahuar Huacac acababan de ser muertos. Pero pasado el estupor, dudas y debates; la propuesta de una mujer determinó que se estableciera como nuevo Inca a Jatun Topac. No era hijo de Yahuar Huacac, pero pertenecía al partido de los anan, lo que aseguraba la continuidad del supremo poder en el citado sector social. De todos modos fue una cosa aconsejable presentarlo como hijo para no dañar la imagen del señorío Inca. Así es como quisieron borrar las huellas de la sublevación y del magnicidio. 
El Cusco seguía siendo un pequeño cacicazgo minúsculo, rodeado de otros más extensos y poderosos que no disimulaban sus ansias expansionistas y hegemónicas. Entre ellos destacaban los reinos Lupaca, Colla
(Puno), Chanca (Apurímac), aparte de los de Chincha, Collique (Chancay), Chimor, Ayarmaca y otros.  
Jatun Topac recibió la borla con el nombre de Huiracocha (Wiragocha Inka), escogió ese nombre para afirmar su gobierno, como lo haría Atawallpa en 1532. Aseveraba haber soñado con el dios Ticsi Huiracocha, bajo cuya protección se puso durante el huarachico (rito festivo de la madurez del hombre). Con tal apelativo pretendía  dar fuerza y renombre a su reinado, aparentando ser pariente del gran dios. A dicha ceremonia aparecieron la integridad de los jefes de los ayllus y señoríos que ya tenían conquistados. Incluso concurrió como invitado especial el rey de jatuncolla: Chuchi Cápac.
Tomó como cónyuge principal a Mama Runto, hija del señor de Anta, en quien engendró, entre otros, a Cusi Yupanqui (Pachacútec), que fue el tercero en nacer y a Cápac Yupanqui. Mama Runto a causa de su carácter cordial no podía influenciar sobre su marido a diferencia a otras mujeres secundarias que sí lo hacían. Entre ellas: Curi Chulpi, del ayllu Ayavilla (Sahuasera), en la que procreó a su hijo Urco, joven al que Huiracocha le tenía un entrañable afecto; Huiracocha no daba ninguna preferencia a los vástagos de su esposa principal. 
Conquistó Yucay y Calca, que los anexó con facilidad. En Calca mandó erigirse un cómodo y hermosa residencia; pero no pudo imponer una férrea autoridad. Tuvo que hacer frente a una pequeña irrupción de Pocoy Pacha (Pisaj) a 18 Kilómetros del Cusco. Logró dominar los motines de los pinaguas de Muyna, a los que se plegaron Rondocancha y Casacancha. Después sofocó los ataques de los ayarmacas y guayparmarcas, todo gracias a la labor represiva de los estrategas Vicaquirao y Apo Mayta. Son hechos que demuestran la evasiva de aceptar la presencia y superioridad que iba adquiriendo poco a poco la etnia Inca. Cuando ocurrían estos acontecimientos, con el propósito de adueñarse del mando, un hermano del extinto Yahuar Huacac tramó una conjura en el templo del Sol en complicidad de los Urincusco. Asesinaron al incap rantin (sustituto del inca ausente); pero ante el escaso apoyo de la población, el conspirador pensó que lo mejor era suicidarse ingiriendo un veneno. 
Para Huiracocha fue una permanente inquietud la contradicción del Inca de Urin, a cuyo cargo corría el templo Solar y que desde Inca Roca había perdido la jerarquía política y militar. Huiracocha decidió resolver este problema designando él mismo a los sumos sacerdotes, aunque siempre sacándolos del ayllu Tarpuntae (Urin), previa comprobación de lealtad. Esto dio motivo para que el sacerdocio, con la idea de hacer prevalecer sus opiniones, llegara a confabularse con los chancas, quienes amenazaban con invadir y conquistar no sólo a los ayarmacas sino también a la etnia Inca. 
A pesar de las amenazas de invasión Huiracocha dirigió la edificación de nuevos aposentos, aumentó las tierras de cultivo y la manufactura de textiles, productos que necesitaba para compesar los servicios de sus guerreros, servidores, amigos y parientes. Agrandó las arboledas y puso gran cuidado para que los trajes de la nobleza tuvieran tocapus (adornos geométricos de índole simbólica). 
Conquistó a los Canchis tras débil resistencia; en Cacha hizo construir un templo dedicado al dios Ticsi Huiracocha Pachayacachi; mientras tanto los collas y lupacas se fortalecían en sus sedes, sin enfrentarse mutuamente unos a los otros por muto temor. Pero Huiracocha apoyaba a los lupacas; hizo un viaje y visitó a éste último reino aymara, durante cuyo tiempo dejó en el Cusco a Urco en calidad de incap rantin. Y llegó al reino libre de Jatuncolla (o Colla), al que lo halló esta vez en guerra con los lupacas, llegando a ganar éstos. Asegurándose la amistad y confianza de ambos estados volvió al Cusco. Quedaron establecidas las relaciones pacíficas con los collas y lupacas. 
A su retorno del Collasuyo, entrado ya en años, fue entonces que decidió descansar y retirarse a su mansión de Calca; Huiracocha designó a Urco su sucesor otorgándole la Mascaipacha; en tanto que su hijo Socso o Sucso fue señalado como jefe del linaje de Huiracocha: Sucso Panaca.
El Cusco continuaba siendo un pequeño señorío, circundado de otros más poderosos; el gran problema del Cusco era la amenaza permanente de los chancas, los cuales ya habían anexado otros pueblos y se iban expandiendo cada vez más. Por el Este sus fronteras llegaban ya al río Apurímac, donde esperaban la coyuntura apropiada para invadir a los ayarmacas e incas del Cusco, con el deseo de incorporarlos a sus dominios. 
Su cuerpo fue enterrado en su residencia de Cakia Xaquixaguana, dicho cuerpo de este Inca fue profanado y quemado por Gonzalo Pizarro que robó sus ofrendas funerarias y tesoros; Polo de Ondegardo encontró solamente las cenizas de su cuerpo con su ídolo llamado Inga Amaro.

Yahuar Huacac

Según la versión de los anales cusqueños, el que sucedió a Inca Roca fue su hijo Tito Cusi Huallpa (Titu Kusi Wallpa), el cual al tomar el mando ya adulto, se puso el nombre de Yahuar Huacac (Yawar Waqaq), en alusión a sus lágrimas de sangre, es decir a una conjuntivitis aguda que había padecido. 
En su corto reinado conquistó muy pocos ayllus, entre ellos al de Viccho. Desde un principio tuvo que hacer frente a un alzamiento de los pinaguas (Muyna), que se sublevaron con la ilusión de independizarse; pero fueron contenidos rápidamente por la estrategia de Vicaquirao; que se convirtió en su brazo derecho; desde entonces para asegurar sus posesiones colocaron guarniciones de control, lo que significaba conquistar y anexar, con el objetivo de mantener o conservar lo ganado por sus antecesores. 
Pronto de apoderó de algunas tierras más de los cuntis, gracias siempre a la habilidosa táctica de su hermano Vicaquirao. No tuvo problemas con los ayarmacas debido a su alianza matrimonial con Mama Chiquia. Con la misma finalidad tomó esposas en otros ayllus. 
De los hijos con Mama Chiquia, escogió a Paguac Huallpa para sucederle en el mando. Pero esto no agradó a los huallacanes, quienes preferían y proponían a Marcayuto, vástago procreado con una mujer oriunda de Huallacán y para hacerlo realizaron un ardid. Invitaron a Paguac Huallpa a visitar Huallacán, lo que Yahuar Huacac aceptó, enviando a su hijo correinante pero acompañado y escoltado con 40 guerreros con la orden expresa de matar a quien sea en caso de hacerle algún daño. Los huallacanes les tendieron una emboscada matando a Paguac Huallpa y a los 40 de su séquito. Yahuar Huacac, en represalia, mandó arrasar el pueblo de Paulo, sede principal de los huallacanes, masacrando a los conspiradores. 
Planeo una expedición al Collasuyo; pero se frustró debido a la sublevación de los cuntis, que estaban muy fastidiados con las mitas (turnos de trabajo) que les imponía el inca para que le generaran excedentes destinados a mantener a los nobles del Cusco. La inserrución de los cuntis fue impetuosa; aprovechando una fiesta atacaron el Cusco por lo que Yahuar Huacac tuvo que buscar refugio en el Inticancha. Pero fue atrapado y herido en la cabeza y asesinado junto a varios de sus hijos en la misma puerta de tan sagrado recinto (Inticancha). En el Cusco se produjo uno de los más grandes desconciertos y calamidades que sólo calmaron cuando una tempestad cayó inesperadamente. Tomándola como un presagio providencial, los cuntis retornaron a sus tierras sin causar más daño a la etnia Inca.
Yahuar Huaca fue victimado sin dejarle tiempo para que hiciera levantar su casa familiar; pero su linaje fue agrupado después en la panaca de Aucaylli. Los chancas utilizaron el incidente y avanzaron otra vez hasta el Apurímac. 
La consumación de este regicidio demuestra una vez más cómo el señorío Inca del Cusco carecía todavía de la firmeza necesaria y estaba amenazado por latentes guerras y complot, al extremo que la etnia Huallacán linchó al auqui (príncipe) Paguac Huallpa, y los cuntis al propio Inca y en el mismísimo Inticancha. Es que el Cusco vivía rodeado señores y reyes más poderosos.
Aunque su cuerpo e ídolo no fueron encontrados, el cronista Bernabé Cobo refiere que se hallaron en el pueblo de Paulo.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Inca Roca: La restauración de la diarquía

Con la muerte de Cápac Yupanqui se inició el encumbramiento de los anancusco. Estos asaltaron el templo del Sol (Inticancha). El complot tuvo éxito y proclamaron inca a uno de su parcialidad: Inca Roca (Inca Roq´a); entre sus primeras medidas que tomó de inmediato es tomar como esposa a Cusi Chimbo, viuda del extinto Cápac Yupanqui, a quien mató haciéndole beber una pócima, hecho probatorio de que los dos tramaron su asesinato.
Inca Roca no ocultó sus medidas ambiciones; restauró el sistema político de Taipicala, recuperando la jefatura de los anan, interrumpida desde aquel año nefasto en que los invasores aymaras destruyeron el Estado Puquina (Tiwanaku), dando muerte al rey de Anantaipicala. Dividió los poderes en tal sentido que el jefe inca de la facción de Urin quedó sólo a cargo del sacerdocio del Sol, con su residencia fija en el Inticancha. Los incas de Anan retomaban bajo su control la actividad civil, política, judicial y militar. Dos incas, pero el de Anan con más potestad que el otro, dejándolo simplemente para fines religiosos, salvo en ciertas ocasiones en que podía sustituir al de Anan. De ahí por qué Roca es el primer jefe de la etnia Inca que aparece oficialmente ostentando el nombre de Inca.
Los  incas restauraban lo que sus antepasados puquinas de Taipicala, una diarquía o dos jefes: Uno de Anan y otro de Urin. Por esa razón Inca Roca abandona el Inticancha, dejando esta residencia para el sumo sacerdote.
Se lanzó a la conquista de la etnia Masca (Paruro), aliada de los Urincusco. El rey Masca Cusi Huamán, fue apresado y confinado al Cusco. Derrotó a los pinaguas (Muyna), dando muerte al sinchi Muyna Pongo; en tanto el otro sinchi, Huamán Topac, fugó sin saberse a dónde; después incursionó por Quiquijana y conquistó Caitomarca a 30 Kilómetros siguiendo la ruta sureña, territorio que lo perdió pronto por el error de no dejar guarniciones. 
Por entonces los Chancas ya estaban en la márgenes del Apurímac, esperando la coyuntura para abalanzarse sobre el reino de Ayarmaca (Anta-Jaquijaguana). Sin embargo fueron paralizados por Inca Roca que los detuvo gracias al auxilio de tropas mercenarias que contrató en Canas y Canchis, etnias libres y distintas a la etnia Inca. Años más tarde incursionó por el Este, hacia Paucartambo, sólo deteniéndose ante la floresta de la ceja de selva. Su desacierto, como el de sus antepasados, era invadir y conquistar, sin dejar guarniciones de inspección y vigilancia para apuntalar sus adquisiciones. Avanzó poniendo en fuga a los chancas, siendo posible que haya incursionado hasta Andahuaylas, pero sin ninguna resonancia política y militar de importancia. Sin embargo todas ellas no pasaban de ser expediciones de saqueo, sin preocuparse de anexar estos territorios; pero si tenía éxito afianzando su poder frente a los Urin.
En vista de que Inca Roca abandonó el Inticancha se hizo edificar su propio aposento en Anancusco. Estableciéndose a partir de entonces el hábito de que cada Inca construyera su residencia personal, no heredando ni ocupando la de su antecesor. Los incas de Urin, por el contrario, uno tras otro seguían viviendo en el Inticancha, de conformidad al rol que cumplían.
Mejoró la Llacta (ciudad) canalizando el Huatanay y disponiendo la apertura de canales para la conducción de agua limpia para el abastecimiento de los cuatro barrios. También se preocupó para que a los muchachos y jóvenes de la élite, como en la vieja Taipicala, se les instruyera en el arte de las armas, manejo de los quipus (nudos y cuerdas para los registros de contabilidad), conocimiento del idioma y de su historia étnica, incluyendo sus mitos y leyendas. Tomó como esposa principal a Mama Micay, hija de Soma Inca, jefe de la etnia Huallacán (Paulo/Yucay), de cuya unión nació Tito Cusi Huallpa (Yawar Huacac).
Pero como previamente Mamay Micay había estado prometida al rey de Ayarmaca,éste despechado declaró la guerra a los huallacanes. Luego de algunos años de hostilidades pactaron la paz bajo la condición de que los huallanaces entregaran al niño Tito Cusi Huallpa a los ayarmacas. Para ello tejieron un ardid: Invitaron al niño a visitar Huallacán, terruño de su progenitora, donde fingiendo un descuido, lo dejaron raptar por los ayarmacas, llevándoselo al pueblo de Amaro. Cuando  Tocay Cápac ordenó matarlo, el niño lloró con excesivo sentimiento, al punto de caerle hasta lágrimas de sangre según la leyenda. Enternecido el Cápac de los ayarmacas, le conmutó la pena mandándolo a pastorear sus rebaños. De donde para su seguridad, lo condujeron al pueblo de Aguayrocancha, capital del Estado Ayarmaca. Inca Roca por su parte no se atrevía atacar y rescatar a su hijo temeroso de que lo mataran en represalia. 
Todo esto indica que el señorío o curacazgo de los incas seguía siendo pequeño y débil, en comparación con los pujantes y activos ayarmacas. Un año permaneció allí el pequeño, hasta que Chimbo Orma, mujer de Tocay Cápac e hija del señor de Anta, que le había tomado cariño tramó con los parientes de su etnia un plan para liberarlo. Alertados los ayarmacas los persiguieron hasta la laguna de Guaypón (cerca a Chinchero), donde fueron derrotados en una escaramuza. De allí fue devuelto al Cusco, donde joven ya, fue designado correinante con su padre: Una manera de investir al futuro sucesor y también una táctica para evitar las luchas por la sucesión. Lo realizado por los Anta fue considerado un gran favor hacia los incas, por  lo que les dieron el trato de hermanos. Años después, para poner punto final a los líos con los ayarmacas, se pensó en un intercambio de mujeres: Mama Chiquia, hija de Tocay Cápac, fue cedida a Tito Cusi Huallpa (Titu Kusi Wallpa); mientras que la ñusta (princesa) Curi Ocllo, hija de Inca Roca, fue dada como esposa al rey de los ayarmacas. Así fue que Inca Roca incrementó su poderío. Otro de sus hijos famosos fue Vicaquirao, brillante en la conquistas de años posteriores. En su tiempo también nació Apo Mayta, otro guerrero ilustre.
Inca Roca, hombre que tuvo don de mando y que gobernó con mano dura a su etnia, dejó bastante descendencia, la que recibió el nombre de Vicaquirao Panaca. Su cuerpo fue hallado en el pueblo de Rarapa, junto a su ídolo de piedra que lo representaba.


Cápac Yupanqui

Cápac Yupanqui fue hijo de Curu Yaya, hermana de Mayta Cápac, era sobrino de este Inca y primo de Tarco Huamán. Dadas las condiciones de la etnia Inca, tuvo que implementar una adminstración severa, durante su gobierno realizó una serie de asesinatos; como primera medida hizo matar a nueve hermanos de Tarco Huamán, con el objetivo que ninguno de ellos sean potenciales rivales para asumir el cargo de Inca; a otros los obligó a jurarle lealtad y a un tercer grupo los expulsó del Cusco.
Por entonces el pequeño señorío ya había adquirido una apreciable fuerza. Por tal motivo realizó un plan de expediciones y conquistas. Con tal fin tuvo dos enfrentamientos con los cuntis. Pero éstos se adelantaron y no perdieron tiempo en lanzarse a un ataque sorpresivo. Se realizaron dos combates, que acabaron con el triunfo de Cápac Yupanqui, que ocupó y recorrió parte de las tierras de los cuntis. Recibió una embajada enviada por los capaccuracas (reyes) de la etnia Quichua o Quechua (actual Abancay), pidiendo ayuda a la etnia Inca contra los poderosos Chancas de Andahuaylas que los amenazaban con invadirlos y anexarlos a su Estado; el hecho sirvió para que los Anan y los Urincusco se prestigiaran.
Por esos años los Chancas por el norte y los Collas por el sur agrandaban sus posesiones con victorias conquistas; sobre todo los primero que ya constituían un Estado poderoso; en cambio el pueblo de Cápac Yupanqui seguía siendo un pequeño señorío. 
Este Inca conquistó las etnias Cuyo y Anca, a 22 Kilómetros del Cusco; nombró como Tucricut (gobernador) para Cuyo a Tarco Huamán, con el encargo expreso de enviar a Cápac Yupanqui cada año  mil jaulas de pájaros de la selva y de la puna; las avecillas eran necesarias para quemarlas en los ritos propiciatorios antes de marchar a las campañas bélicas. 
Al incrementar su poder expansivo, el jefe de los ayarmacas buscó su alianza, dándole como esposa a su hija Curi Hilpay, la que fue agregada a su harén. Cusi Chimbo, otra de sus esposas, enceguecida por los celos y las pasiones envenenó a Cápac Yupanqui, cuya muerte motivó una crisis política en la entina Inca. Cusi Chimbo fue utilizada como instrumento de un complot por el entusiasta y convulsivo inca Roca. El caos fue aprovechado por los Chancas quienes invadieron el señorío Inca. Con Cápac Yupanqui acabó el predominio de los Urincusco.
Antes de morir Cápac Yupanqui había manifestado que su sucesor fuera Quispe Yupanqui; pero éste fue muerto en las guerras de sucesión y su nombre fue borrado de la historia oficial por los anancusco de la etnia Inca. Cápac Yupanqui fue el último gobernante de los urincusco que vivió en el Inticancha. Sus descendientes formaron la panaca Apo Mayta. 

Mayta Cápac y su hijo Tarco Huamán

Mayta Cápac (Mayta Qhapaq) se hizo cargo del gobierno muy joven, por lo que fue necesario que un hermano de su padre lo sustituyera en el mandato. Fue entonces cuando la etnia Alcahuisa, gobernada por Ayar Uchu, se sublevó para recobrar su libertad y echar a los incas de esas tierras. Una noche atacaron el Inticancha, morada del señor de la etnia Inca con la clara intensión de matarlo. Ello no fue posible debido a su agilidad atlética pero la guerra quedó encendida entre los dos contrincantes. 
Se llevaron a cabo tres batallas, en la última cayó prisionero Ayar Ucho, quien murió encerrado en una prisión perpetua, quedando su etnia derrotada totalmente. La victoria afianzó la presencia de la etnia Inca en el Cusco y su confianza era tal que pensaron realizar una expedición hacia las tierras de los cuntis situado al suroeste del Cusco. 
En su tiempo la presencia de los invasores incas en el valle del Cusco resultaba ya ser demasiado larga lo que preocupaba a las etnias vecinas y en especial a los ayarmacas ya que les disminuían sus campos agrícolas, agua y otros medios de producción; los incas que al principio eran débiles militar, políticamente iban adquiriendo fuerza. 
Mayta Cápac tomó como esposa principal a Mama Tancaray (Mama Tacucaray), hija del jatunmallco (rey) de Collagua (Cailloma). Cuando falleció Mayta Cápac víctima de una epidemia fue declarado heredero su hijo Tarco Huamán, que fue reconocido y gobernó un tiempo. Pero las pugnas por el poder, fue depuesto mediante un golpe de Estado maquinado por un primo suyo llamado Cápac Yupanqui. Tarco Huamán fue degradado, aunque después se le permitió que gobernara a los descendientes de su padre que se nuclearon para formar el linaje Usca Mayta Panaca: Una de las pruebas más palpables para demostrar que era vástago de Mayta Cápac. Otro hijo de este Inca, Condemayta fue elegido sacerdote.

martes, 20 de noviembre de 2012

Lloque Yupanqui

Lloque Yupanqui (Lloge Yupanki) es el tercer inca de la parcialidad del urincusco, hijo de Sinchi Roca, tampoco pudo expandir mucho su dominio territorial. Vivió en permanente estado de lucha para subsistir; continuó la guerra con los ayarmacas, confiando sus guerreros a su hijo Cusi Huamán Churi. Su habilidad consistía en mantener el equilibrio con los curacas de los señoríos limítrofes que veían en la etnia inca un grupo de extranjeros e invasores. A pesar de ello se hizo un pacto con el señor de Huaro (35 kilómetros al sur del Cusco), llamado Guamay Samo. También la del cacique nombrado Pachachulla Huiracocha; y por último la de los ayarmacas de Tampucuna y la de los quilliscachis (cerca a Pucyura/Anta); éstos últimos gobernados por un jefe famoso. Con respecto a las conversaciones con Pachachulla Huiracocha, parece que sólo fue una consulta al oráculo de este nombre, ubicado en un alto cerro de Urcos. Lo que no pudo alcanzar es el acuerdo con el Tocay Cápac, sobrenombre con el que se distinguía entonces al gobernante de Ayarmaca, quien estuvo a punto de echarlo del Cusco. Pero en uno de los combates mataron a este soberano, lo que detwerminó la conquista de las tierras del ayllu Maras, lo que representó un rotundo triunfo Inca; a pesar de ello se les permitió seguir viviendo allí a los maras.
Lloque Yupanqui tomó como esposa a Mama Cagua, hija del curaca del ayllu de Oma, a 11 Kilómetros al sur del Cusco. Fue otra boda por razones de Estado; pero su territorio no era nada extenso, sino estrechamente un sector del valle cusqueño. Era en realidad un simple jefe amenazado por otros más poderosos, gracias a su astucia le permitió seguir viviendo; intrigas para hacer pelear entre sí a los señores de los ayllus del Estado Ayarmaca. Apenas pudo salir más allá de lo que su padre y abuelo le dejaron como territorio. 
A Lloque Yupanqui le sucedió su cuarto hijo, Maita Cápac (Mayta Qhapaq); mientras sus demás descendientes  se reunían en la panaca de Aucani Ayllu.
El ídolo o goaoqui (Waogey), de este Inca se dice que junto con su cuerpo fueron hallados por el licenciado Polo de Ondegardo en la localidad de Mimbilla (Cusco)

lunes, 19 de noviembre de 2012

Sinchi Roca, el sucesor de Manco Cápac

Sinchi Roca (Sinchi Roq´a) había nacido en Tampuquiro cuando sus padres deambulaban de sur a norte en busca de algún lugar para asentarse definitivamente, para iniciar una alianza política antes de establecerse en el Cusco , sus padres lo casó con Mama Coca, hija del señor del ayllu de Saño (hoy San Sebastián), aledaño al Cusco. Sinchi roca fue testigo de los triunfos de su padre sobre los huallas, sahuaseras y alcahuisas cuando era joven y casado. Muerto su padre se colocó la mascaipacha, símbolo del poder entre los de su nacionalidad. 
Dada las luchas con las etnias vecinas no pudo lograr extender su entorno geográfico, pese a ser un buen guerrero (sinchi); durante su mandato sólo se expandía hasta el cerro cercano de Singa (Tambomachay). Sus habilidades políticas le permitieron tener alianzas con algunos señoríos colindantes, pero jamás tuvo la aceptación de Tocay Cápac, gobernante de Ayarmaca,quien en un enfrentamiento, voló a Sinchi Roca dos dientes delanteros. 
Sinchi Roca sólo era un jefe guerrero y valiente; imposible ser llamado "Inca", puesto que el territorio y la población que gobernaba era muy pequeña; sin embargo ostentaba la insignia llamada mascaipacha. Siguió aliado con los saños, etnia de su madre. 
Fallecido Sinchi Roca debió continuar con el poder su hijo Manco Sacapa, nacido antes de llegar al Cusco; pero por razones que se ignoran fue depuesto, prefiriéndose en su lugar a Lloque Yupanqui. Manco Sapaca pasó a dirigir a los sucesores y descendientes de Sinchi Roca, agrupados en la denominada Rauraupanaca.
El cuerpo de este inca con su ídolo Guanachiri, fue hallado por el licenciado Polo de Ondegardo en la localidad de Bimbilla o Mimbilla (Cusco).

Manco Cápac histórico

Manco Cápac (Manko Qhapaq) es un personaje de la protohistoria andina, un tanto confusa debido que sólo en él se quiso comprender una larga y compleja época histórica desde la caída de Taipicala hasta el establecimiento en el Cusco de un numeroso grupo de sobrevivientes. Con el transcurso de los años este personaje se le atribuyó mediante leyendas y mitos como el hijo del Sol y fundador del Cusco, donde se justificaba el sometimiento a las otras etnias y la formación del imperio de los descendientes de Manco Cápac. Pero en la vida real fue un ser cuyos antepasados huyeron de Taipicala para no ser exterminados. Después de muchos de establecerse en Pacarictampu realiza con sus ayllus un viaje hacia el Cusco que demoró más de veinte años para cubrir una ruta de apenas 50 kilómetros.
Manco Cápac o Ayar Manco, fue quien logró establecerse con su gente en Acamama (Cusco). Al momento de su llegada tuvo que enfrentarse a las etnias locales como los huallas, sahuaseras, alcahuisas, pero no pudo hacer lo mismo con otras. El reino de Ayarmaca resultó ser un duro adversario.
 La vida de Manco Cápac en el Cusco fue de una lucha de resistencia de los Ayarmacas; Manco tuvo enfrentamientos con Tocay Cápac y Pinagua Cápac; esta guerra entre los invasores incas y los Ayarmacas era intensa y sin tregua. No pudo vencer ni conquistar más ayllus, pasando el resto de su vida al lado de su familia.
Manco Cápac y su pueblo llegaron a ocupar una parte del valle del Cusco para alojar 10 ayllus distribuidos en cuatro barrios: Quinticancha (picaflor), chumbicancha (tejedores), sairecancha (tabaco) y yarambuycancha (alisal), donde las mitades tomaron la denominación genérica de anancuscos y urincuscos. 
Escogió y dejó como el sucesor a su hijo Sinchi Roca; con los años sus descendientes fueron aglutinados en la panaca (ayllu real) llamado Chima. Su cadáver fue momificado y guardado en el Inticancha hasta los tiempos de Pachacútec  (Pachacuti), quien dispuso su momia al templo del Titicaca, quedando en el Cusco solo una estatua de Manco Cápac.
Cuando murió Mama Huaco o Mama Waqo (una de sus esposas de Manco Cápac) su cuerpo también fue preservado, conducido y depositado en la chacra drenada de Sausero, al sur del Cusco, donde se le veneraba durante los ritos de siembra del maíz en rememoración de haber sido ella la primera persona de la etnia inca que lo sembró para hacer chicha en el Cusco. 
Los despojos mortales de Mama Ocllo (Mama Oqllo) momificado fueron transportados siglos más tarde a la isla de Coatí, en el lago Mamacota o Puquinacocha (hoy Titicaca). La vida de todos estos personajes históricos debió transcurrir en la segunda mitad del siglo XII y primeros años del siglo XIII. 
Contrariando las dudas sobre la existencia, en 1572 dos de sus más calificados descendientes acreditaron sobre su existencia. El licenciado Polo de Ondegardo, seguro de su existencia histórica, buscó su cuerpo. Aunque no pudo hallarlo, encontró una piedra del altar de una vara de medir que representaba su imagen en el pueblo de Bichilla, cerca del Cusco.  






viernes, 16 de noviembre de 2012

Los Incas en el Cusco

El Pacarictampu antiguo debe corresponder al sentamiento de Maucallacta y Tamputocco debe relacionarse con el actual Pumaurco. Maucallacta está a 18 Km del actual pueblo de Pacarictambo. Allí residieron muchos años. Su jefes comenzaron a llamarse Apotambos; el último fue el padre de Manco Cápac.
Pacarictampu fue el albergue de los refugiados taipicalas convirtiéndose en un señorío manteniendo la tradición Taipicala; pero a medida que iba creciendo la población las tierras de ese lugar no era suficiente. Sus miradas se dirigían hacia el Cusco y el valle de Urubamba-Vilcamayo; estaban dispuestos a invadirlo y protagonizar guerras si la toma de posesión resultaba imposible por vías pacíficas. La fertilidad de sus valles les incitaba ocuparlos. 
Existen indicios de que en Pacarictampu también se produjo la división del grupo migrante, prosiguiendo cada cual por rutas diversas: Los tampus, hacia el extremo norte (hoy Ollantaytambo) y los seguidores de Manco Cápac hacia el Cusco. La figura de Manco empieza a figurar como líder recién en la nación Masca. Este líder aglutinó diez ayllus, mientras que Ayar Cachi, el posible jefe de los tampus, sólo a tres.
El avance de los diez ayllus de Pacarictampu (5 de Anan y 5 de Urin) se realizó en fases sucesivas con espaciadas etapas. Llegaban y tomaban posesión de comarcas, acomodándose aledaños a ayllus autóctonos que hallaban. De Pacarictampu pasaron a Guaynacancha o Huanacancha, permaneciendo allí un tiempo bastante largo, por entonces Manco era jefe político, guerrero y religioso. Ahí tomó como esposa a Mama Ocllo, en mérito al tincunacuspa (servinacuy).
Prosiguiendo con su viaje llegaron a Tampúquiro (ahora Tambuqui), donde nació un hijo de Manco Cápac, por tal motivo se realizaron fiestas rituales que acostumbraban; en ese lugar se establecieron algunos años.
El siguiente asentamiento fue Pallata (en Taray); ahí celebraron la ceremonia del rutochicu o primer corte de pelo de su hijo, a quien le pusieron el nombre de Roca. Después pasaron a Huaysquirro. Prosiguieron el avance y llegaron a Quirimanta, donde contrajo matrimonio con Mama Ocllo de conformidad a los ritos usuales, a parte de la cual tenía otras esposas, entre ellas la aguerrida Mama Huaco.
Posteriormente se trasladaron a Huanacauri, territorio que pertenecía a los ayaruchos (alcahuisas) comandados por Ayar Ucho. En la contienda murió éste defendiendo sus tierras ante el ataque de la etnia Inca; luego de posesionarse de Huanacauri se dirigieron a Matagua punto en el que iniciaron el asedio a Acamama (valle del Cusco) zona con un buen clima, suelo y agua apropiado para la agricultura. Pero como el Cusco estaba habitado por varias etnias: Huallas, sahuaseras, antasayas y los alcahuisas a los que ya enfrentaron. En Matagua celebraron el rito festivo Huarachico, declarando mayor de edad a Roca, a quien le comenzaron a llamar Sinchi Roca: Le pusieron huaras (calzones) y le agarraron las orejas para encajarle pequeños discos de oro que representaban al Sol.
Estos migrantes avanzaban acarreando consigo muchísimas instituciones propias del sur (Taipicala); los ayllus estaban divididos en dos bandos: Anan y Urin. La única diferencia es que los Anan no tenían jefe, por haber sido victimado en la invasión a Taipicala (Tiwanaku). En cambio los Urin venían dirigidos por el sumo sacerdote que debido a las circunstancias, se comportaba como caudillo de ambas mitades. 
Manco buscó alianzas con etnias opositoras de las que poblaban el Cusco. Se unió a los saños,  cuyo sinchi o jefe llamado Sictiguamán lo acogió con simpatía; el hijo de Manco, Sinchi Roca se casó con Mama Cora, hija del jefe saño, de cuya unión nació un hijo llamado Manco Sacapa. Con tal alianza matrimonial incas y saños comenzaron a fortalecer los acuerdos pactados. 
Los huallas se pusieron en pie de guerra; pero fueron derrotados. En dicha guerra tuvo una actuación descollante Mama Huaco; muchísimos fueron empalados por disposición de ella. 
Los huallas con su sinchi Apo Cagua, huyeron refugiándose en los lugares llamados actualmente Hualla y Vico, en los valles de Hualla y Pisaj, de clima cálido; no se les dejó regresar al Cusco.
Después de haber despejado de sus tierras y aguas a los huallas, poques, sahuaseras y otros ayllus, los alcahuisas, con su nuevo jefe Copalimaita, le cedieron voluntariamente algunas parcelas más, aunque Manco porfiaba por apoderarse de todas, e incluso de sus propias viviendas. 
La decisión de la valerosa Mama Huaco determinó que los invasores tomaran los canales privándoles de riego, con la finalidad de presionar a los alcahuisas para que entregue sus tierras, pero éstos prestaron dura resistencia, obligando a Manco Cápac retroceder a su asentamiento de Huaynapata, que había usurpado a los huallas.
Alcahuisas y sahuaseras se unieron para enfrentar a los incas, pero Manco los volvió a atacar, derrotándolos en forma definitiva, el derrocado Copalimaita eligió el autoexilio que seguir viviendo bajo el dominio y control de los invasores incas; éstos dejaron una parte de terrenos a los alcahuisas que se sometieron a una falsa sumisión. Ambos rivales frecuentemente se enfrentarían hasta la época de Maita Cápac.
Los sahuaseras también fueron expulsados de sus posesiones ubicadas en lo que después se hizo levantar el Inticancha. Sus descendientes existían en 1572, con su residencia al sur, entre esta llacta y Huanacauri, camino al Collao. Allí en la huaca de Ayavilla, estaban las tumbas de sus caciques, junto a la de los alcahuisas.
Los poques fueron arrojados al oriente, hasta la cabecera del río Paucartambo. De ello solo quedó la memoria de su huaca: Poquincancha, cerca al Cusco, en la ruta a Collasuyo.
A los lares se los echó hacia el noroeste, al actual valle llamado Lares, donde continuaron viviendo en humildes chozas. A los antasayas, en cambio, recién en los tiempos de Lloque Yupanqui (siglo XIII) se los iba a expulsar a las afueras del Cusco, quedando con el nombre ayllu Quisco. Pero los alcahuisas como aliados de los primeros incas, ocuparon la parte oeste de la llacta hasta los años de Lloque Yupanqui. (En esta época oprimidos por el aumento de los ayllus de la etnia inca, intentaron un ataque, pero fueron dominados por Maita Cápac, obligándoles a vivir siempre fuera de la mencionada llacta del Cusco. Al parecer desde ese entonces tomaron el nombre único de alcahuisa. De ellos mismos se separó otro ayllu llamado colunchima.
Manco Cápac y su huestes también aniquilaron a pequeñas etnias y ayllus que habitaban en los alrededores del Cusco, como los humanamean que moraba contiguo al Inticancha.
Los recién llegados (Incas) se diferenciaban de otros pueblos; por ejemplo usaban cabello corto dando la apariencia de cabezas rasuradas. Usaban pendientes redondos. El jefe tenía en la frente el símbolo máximo de su encumbrada categoría: La mascaipacha y tupacusi: Una borla de color rojo con hilos de oro. Otras insignias que portaban era el napa (llama blanca), vasos rituales, el sunturpaucar (lanza o pica elaborada con plumajes coloridos sujetos a mimbres y cañas) y el hacha o yauri. Además el ave Inti: Un animal que desempeñaba el papel de mensajero entre los emigrados y los dioses del cielo: Un oráculo. Todo el grupo se autotitulaba Inca, es decir la etnia inca. Se notaba la ausencia del jefe Anan, como consecuencia de su fallecimiento en el ataque a Taipicala.
La ruta del desplazamiento de Taipicala a Pacarictampu y de ahí al Cusco, como se percibe, siguió el mismo periplo que las andanzas del mitológico dios Wiracocha y sus discípulos cuando venían propagando su religión y fe. Tal derrotero debió tener un sentido: Hacer coincidir el rumbo del supremo dios ordenador con la de estos desdichados sobrevivientes, que iban en busca de una felicidad que aún no sabían dónde ni cómo encontrarla en forma definitiva.
Mientras tanto los tampus (tambos) hacían lo mismo, avanzando hasta posesionarse del ahora llamado valle del Tambo, al oeste del Urubamba; ellos se sentían socialmente tan importantes y nobles como el grupo establecido en el Cusco. Sin embargo éstos iban a ser los que restaurarían siglos después el Estado imperial con el nombre de Tawantinsuyu. 
Adueñados de las tierras del Cusco, Manco y la etnia inca las ocuparon con el deseo de no salir nunca de ellas; en ese lugar mandó a erigir, en lo que fue la tierra de los sahuaseras, su vivienda y templo, lugar que simultáneamente comenzó a desempeñar cuatro funciones que son las jefaturas civil, militar, judicial y religioso. Era la única autoridad pues aún no se establecía la diarquía. El recinto fue llamado Inticancha. Simultáneamente tomó como esposas a las cónyuges de los sinchis muertos y a otras hijas y hermanas de éstos. Reubicó a los ayllus que habían emigrado bajo su dirección, dando inicio a una hábil propaganda para que los campesinos viesen en él y su grupo a los hijos de dios y consideraran su llegada como un hecho predeterminado por designios divinos, como enviados del dios Sol para ordenar y civilizar a los jatunrunas (hombres del común).
La elección del sitio para levantar su aposento y templo se la llevó a cabo de conformidad a los ritos típicamente andinos: Lanzando con energía el hacha, símbolo de mando que portaba el caudillo. En el lugar donde cayó, según parece esta vez bien hundida, se construyó el edificio para residencia de ese guerrero-sacerdote. 








 

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